La venta ambulante cambia los mercadillos por fiestas y plazas

María Jesús Fuente Decimavilla
María jesús fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

María Jesús Fuente

Los comerciantes se quejan de la tardanza del Concello en renovar la ordenanza de 1995

12 jul 2017 . Actualizado a las 14:22 h.

El incremento del control y de las tasas de los mercadillos semanales de Vigo ya tiene efectos secundarios. Cada vez son más los vendedores ambulantes que pasan de pagar el canon en las instalaciones oficiales y trasladan sus puestos a las fiestas populares, a las inmediaciones de los mercados e incluso a calles o plazas de la ciudad. De esta forma, no solo ahorran unos euros, sino que eluden la vigilancia policial. La ausencia de una ordenanza moderna que prevea este tipo de actuaciones sin duda contribuye a su proliferación. La normativa actual data de 1995 y está obsoleta, según los comerciantes.

Buena muestra de la situación denunciada por los pequeños empresarios se apreciaba en las pasadas fiestas de Coia, donde proliferaban las puestos de todo tipo de productos, pero sobre todo de ropa. «En plena fiesta vendían marcas conocidas: zapatillas, camisetas, polos... Se podía elegir, era un escándalo. Se lo trasladé al concejal, porque además el Concello había puesto un letrero desde la rúa Estrada en el que advertía que estaba prohibido montar puestos», indica el presidente de la Asociación de Comerciantes de As Travesas (Aetravi), Víctor Fernández.

En el entorno del mercado no tienen problema de venta de alimentos. En su interior disponen de un espacio para los productos de proximidad del campo por el que se cobra un precio simbólico.

Sin embargo, la venta ambulante se centra en las inmediaciones y en la propia plaza de América. No es de extrañar ver puestos con perchas de ropa en la puerta del centro comercial Camelias y en el antiguo, situado a escasos metros. «Venden ropa, productos de perfumería, algo de bisutería. Sospecho que algunas cosas puedan ser robadas», comenta el también presidente de la Federación de Comercio de Vigo. De momento no sabe nada de la nueva ordenanza. «Un día hablé con el concejal y me dijo que estaban en ello, pero no hemos sabido más», añade.

Tampoco sabe nada de la normativa, pese haber solicitado en su día reuniones para regularlo, Delmiro Hermida, gerente del mercado de As Travesas, quien corrobora las palabras de Fernández sobre la inexistencia de esta problemática en la plaza de abastos. «Puede haber en momentos puntuales», apunta.

Muy diferente es la situación del mercado de O Calvario, el más perjudicado de Vigo por la venta ambulante. «Lo seguimos sufriendo en silencio. La única diferencia es que ahora el Concello pone de forma habitual, aunque no continua, un policía local que controla y regula. Es una medida cautelar insuficiente, porque cuando no pueden acudir la gente se sigue colocando», comenta el gerente, Miguel Misa. «A veces el agente hace un informe para abrir un expediente y poner una sanción y en alguna ocasión se hacen decomisos», añade.

Como la plaza de abastos de As Travesas, también la de O Calvario tiene un espacio habilitado para vender productos de la zona con un precio simbólico de 4 o 5 euros al día. Pese a que intentan convencer para que hagan uso de él y a tener capacidad para unas veinte personas, la gente se sigue poniendo a vender fuera de la plaza. Si bien la venta de productos del campo está en declive, no sucede igual con otra mercancía.

«El Concello se comprometió hace años a modificar el reglamento y nos gustaría acabar con esto de una vez por todas, pero de momento no hay ninguna novedad», explica Misa.

En Teis la venta ambulante no tiene lugar en la puerta del mercado, sino en Sanjurjo Badía. «En esa calle se vende de todo, ajos, otros alimentos... En San Juan se vendían las hierbas típicas», destaca el gerente, Roberto Giráldez.

Cuando en alguna ocasión puntual detectan venta de ropa o de otros productos cerca del mercado llaman a la policía. «La nacional nos dice que depende de la local. Llegan los identifican y no les pasa nada. Al rato se vuelven a instalar. La farola antigua está llena de perchas. No se cortan, a veces entran en el mercado a buscar clientela», comenta. Sobre la ordenanza nueva, tampoco tiene noticias: «Nos llamaron cuando fue lo de San Juan, que tenían noticias de que iban a vender las hierbas en la calle, para que habilitásemos un espacio, pero nada más».

La presidenta de los mercados centrales de Vigo (Mercacevi) y de la plaza de abastos de Bouzas, Pilar Cambeiro, advierte que «en el mercadillo semanal de esa zona se siguen vendiendo alimentos, igual que sucedía antes, como postres con cremas que se mantienen al sol sin que nadie diga nada. No entiendo cómo no hay un control sanitario, como nos hacen al resto de los establecimientos», dice.