Organizaciones sociales bajo mínimos

María Jesús Fuente Decimavilla
maría jesús fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vazquez

La temporada estival supone un varapalo para las entidades sin ánimo de lucro. Los voluntarios que llevan el peso de las actividades abandonan por vacaciones o para desarrollar otros trabajos

09 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Con la llegada del verano las organizaciones sociales ven mermadas sus posibilidades por falta de voluntarios. La mayoría coge vacaciones, unas veces de forma voluntaria, y otras, forzados por las circunstancias. Hasta tal punto llega la falta de mano de obra altruista que cada vez son más las entidades que se ven obligadas a suspender la atención al público hasta septiembre. Comedores sociales, roperos, reparto de alimentos, entrega de café y jeringuillas.... Son solo algunos de los servicios afectados.

Misión del Silencio. Situada entre las calles Urzaiz y Cervantes, el comedor de esta institución cerrará durante el mes de agosto para dar descanso a trabajadores y voluntarios. En total son en torno a noventa los usuarios afectados que acuden a diario ante la falta de recursos.

La Sal de la Tierra. Igual que el anterior, este comedor social del número 9 de Manuel de Castro echará el candado en agosto y dejará de servir entre cuarenta y cincuenta menús. Sumadas a las plazas anteriores serán en torno a 130 menos que las habituales. «Los voluntarios se van de vacaciones y de paso aprovechamos para hacer mejoras», informa un responsable. En este caso lo que no cierran son los rastros de Torrecedeira, 62 y Balaídos, 13, para los que se arreglan con poca gente.

Ropero de Cáritas. No sucede los mismo en el ropero de Cáritas parroquial en María Auxiliadora, donde han tenido que poner el cartel de cerrado entre el 21 de junio y el 13 de septiembre, coincidiendo con las vacaciones escolares. Dieciséis de los veinte voluntarios que acuden a diario son mujeres jubiladas, que en esta época se hacen cargo de los nietos, tal como explica el encargado, José Manuel Jardón. La misma situación se repite en Navidades y Semana Santa.

Vida Digna. Esta organización religiosa se ve igualmente obligada a cerrar el ropero desde esta semana hasta finales de agosto. Los voluntarios se van de vacaciones o se ocupan de otras cosas. De hecho, el encargado ha colocado carteles por las inmediaciones de su local del número 54 de la calle Brasil en los que solicita voluntarios. Con el comedor no tienen este problema. Al prestar servicio solo durante los fines de semana son capaces de atenderlo con algún que otro estudiante y gente nueva. Por eso, el servicio de comedor, que atiende cada fin de semana a unas 250 personas, permanecerá abierto en verano. «El ropero es un trabajo más continuo, tenemos toda la semana recogida de ropa y si no la pueden traer, la vamos a recoger en una furgoneta. Ahora tenemos un problema porque el vehículo está en muy mal estado y necesitamos otro. No sé cómo vamos a hacer cuando retomemos la actividad al final del verano», comenta Ricardo Misa. Además del ropero general tienen otro específico para personas sin techo a las que se reparte los jueves por la mañana. «Necesitan ropa interior, calcetines, calzoncillos, bragas, prendas oscuras y cómodas que aguanten, y también les damos calzado», añade Misa.

AFAN. Más preocupante es la situación de la Asociación Freijeiro de Ayuda al Necesitado (AFAN). En agosto dejará de servir alimentos a quinientas familias, a las que atiende habitualmente. «Falta mucha gente de los voluntarios, van junto a los familiares, a hacer trabajos o a cuidar a los nietos. Me voy a ver negra para hacer campañas a finales de julio», apunta Tensi González. Con lo que tienen en la actualidad solo llegarán hasta octubre. «Si no llegan las ayudas y no va mejor la cosa tomaré medidas, que podrían pasar por el cierre. Te dan las subvenciones a cuentagotas, hasta que no justificas el cien por cien no cobras todo y no tienes dinero para adelantar. Las estamos pasando canutas, pero por los niños soy capaz de empeñarme. Tuve que pedir una póliza de crédito a La Caixa y gracias a ella hemos podido seguir. Nos da 20.000 euros al año, se porta muy bien», añade.

Banco de Alimentos. Otras organizaciones como el Banco de Alimentos ya han avisado de que en agosto reducirán al mínimo su actividad y solo quedará un retén para gestionar posibles acciones solidarias que surjan. Con tal motivo este mes duplica el reparto de comida a las organizaciones sociales. La mayoría de los cincuenta voluntarios que tiene repartidos entre Vigo y Pontevedra cogen vacaciones y aprovechan para ir a la aldea o, simplemente, para descansar, tras el trajín del resto del año, según explica un portavoz de la entidad. En septiembre retomará la actividad y empezará a preparar la gran recogida solidaria de noviembre, que se lleva a cabo a nivel nacional junto con los otros 55 bancos del resto del Estado. El año pasado participaron en ella más de 1.700 voluntarios. Además de los colaboradores fijos, las campañas puntuales cuentan con más voluntarios temporales, como sucedió en la última acción en la que participaron ochenta personas.

Érguete. Es otra de las entidades que en verano reduce alguna de sus actividades. En este caso la restricción afecta al servicio que presta a personas con problemas de drogodependencias. Durante julio y agosto ha suprimido la parada que hacía en Poboadores en la que ofrece café, bocadillos e intercambio de jeringuillas usadas por nuevas. Durante este tiempo los usuarios deben acudir a la furgoneta que se instala en la calle Jacinto Benavente, en el entorno de Beiramar. En este caso más que un tema de voluntarios, es de organización de los propios trabajadores para poder disfrutar de las vacaciones. El llamado servicio de café-calor sustituye al del programa Sereos, que con anterioridad se prestaba en un local próximo a la Porta do Sol.

A las cinco. Esta bocatería solidaria de la calle Taboada Leal, 10, es de las pocas que permanecerá todo el verano al pie del cañón. No solo eso, sino que presta servicio los 365 días del año. Su buena organización le permite atender una media diaria de 120 personas, aunque en verano los usuarios suelen bajar. Cada mes un equipo de cuatro voluntarios con un responsable al frente se encarga prestar atención entre las 18.00 y las 20.30 horas. «Hemos tenido muy en cuenta el concepto de dignidad, que las personas se encuentren a gusto en un local bien preparado, limpio y bonito y en el que no haya colas», comenta una responsable.

Comedor de la Esperanza. Aunque con más sacrificio que en el resto del año por la escasez de voluntarios, el comedor de la cuesta de San Francisco permanecerá abierto todo el verano para acoger a sus usuarios y a los de la Misión del Silencio.

En Cruz Roja cambia el perfil de los voluntarios y las actividades

En Cruz Roja el perfil de los voluntarios cambia en la temporada estival. Las personas jubiladas que durante el resto del año colaboran de forma más o menos continuada son relevadas por jóvenes de entre dieciséis y dieciocho años. «Mucha gente joven viene a apuntarse, no tanto mayores», indica una portavoz de la asociación. También cambian las actividades, que se vuelven más lúdicas, y el apoyo escolar es sustituido por caminatas, ludotecas y campamentos urbanos.