«Compagino bien el trabajo de voluntaria en invierno con los nietos en verano»

María Jesús Fuente Decimavilla
m. j. fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

MARCOS CANOSA

Meli Martínez es un ejemplo de abuela que en las vacaciones escolares deja sus quehaceres para echar una mano

09 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Meli Martínez es una de las 16 voluntarias que trabajan en el ropero de Cáritas parroquial de María Auxiliadora (salesianos). Durante la mayor parte del año se encarga de ordenar y clasificar la ropa con gran esmero y dedicación. Solo hay tres épocas sagradas en las que interrumpe las labores voluntarias por otras que hace con no menos gusto. Se trata de las vacaciones de Semana Santa, Navidad y verano. En esas fechas cambia la ropa usada por los juegos con sus sobrinos nietos.

Desde el 21 de junio hasta el 13 de septiembre tendrá esta dedicación exclusiva que realiza encantada. «Tengo tres sobrinos nietos pequeños, de un año y pico, dos años y medio y tres años y medio. Como mi sobrina trabaja, le echo una mano durante las vacaciones escolares para que se puedan arreglar mejor», comenta esta vecina de Vigo.

Con ellos disfruta en una casa de Sabarís, comen juntos, van a la playa y juegan todo lo que pueden y más.

«Yo compagino bien el trabajo de voluntaria en el ropero con el cuidado de los nietos. En invierno van a la guardería y al colegio, pero en verano con las vacaciones es más complicado. Supongo que es lo que les pasa a todos los abuelos», añade Meli. Ahora sus hijos son mayores y sabe que ya no la necesitan como antes. Como no tiene nietos, se vuelca con los niños de su sobrina.

A la pregunta de qué prefiere, el trabajo del ropero o el cuidado de los nietos, responde: «Son cosas muy diferentes: a mí lo del ropero me resulta satisfactorio durante el año y desde que dejé de trabajar es un incentivo. Los niños todo el año sería demasiado con mi edad, pero un mes lo disfruto», dice.

La mayoría de sus compañeras del ropero de María Auxiliadoras siguen su mismo camino, de ahí que las dependencias tengan que cerrar en los tres períodos de vacaciones escolares.

«Muchas son de aldeas, de la parte de Ourense. Otras tienen a los padres mayores y los van a cuidar esa temporada. En verano hacemos cosas distintas», indica la voluntaria.

Con el regreso del curso escolar retomará la actividad altruista de la que se benefician cientos de personas de Vigo y de otros municipios del entorno. «Yo voy dos días a la semana y selecciono la ropa que donan. La que no está bien se la llevan a la nave para reciclar y la que vale se ordena por tallas y se coloca en su sitio. Los otros días la repartimos entre la gente que va a solicitarla. Funciona como si fuese una tienda», explica.

En la actualidad es toda una veterana que casi no recuerda cuándo se enteró de que necesitaban ayuda: «Tenía a los hijos estudiando en los salesianos, me comentaban que necesitaban gente y cuando me quedé sin trabajo pensé que era el momento de echar una mano».

Hasta tal punto llega la demanda de ropa y calzado en el ropero de María Auxiliadora que son habituales las colas en la puerta del ropero a primer ahora de la mañana, antes de que abra. Desde Cáritas Diocesana tienen la idea de acabar con esta situación, pero antes deben poner en marcha las tiendas de ropa. Una vez que estén abiertas, ya se podrá cerrar este ropero y los usuarios recibirán bonos para comprar en los establecimientos como cualquier otro cliente, sin necesidad de hacer cola delante de la iglesia. De esta forma también se controlarán mejor los abusos. Según los responsables del ropero, «hay gente que si la dejas vendría todas las semanas, por mucho que se les dice que vengan cada cuatro meses».

No hay tope para llevarse prendas y tienen la sensación de que algunos les engañan cuando llegan y piden: «Deme para cuatro o cinco». Aunque siempre se ha rumoreado que algunos podrían llevarlas para vender en las ferias, no creen que esto suceda. Otros llegan con exigencias y buscan ropa de marca. De hecho, en primera fila se aprecia una chaqueta de señora de Roberto Verino. Lo mismo sucede con el calzado. Lo hay sin estrenar donado por Casa Cruces cuando cerró.