Los últimos locales de culto de la movida, sin actividad y en alquiler

Carlos Punzón
c. punzón VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

El antiguo Kremlin, en Coruxo, se ofrece por 2.500 euros al mes y El Manco a 1.200

05 jun 2017 . Actualizado a las 08:12 h.

De la movida, la vanguardia artística de los años ochenta o la posmodernidad, apenas queda rastro en Vigo. Prácticamente solo Siniestro Total mantiene viva con su nombre la llama que ellos mismos contribuyeron a dar intensidad, aunque la deriva del grupo comandado por Julián Hernández les haya situado muy lejos de su estilo de entonces.

De los locales que frecuentaban los protagonistas de aquella corriente que situó a Vigo en primera línea del ocio y la cultura alternativa, ninguno ha sobrevivido. Solo un sin fin de transformaciones le han permitido retomar la actividad al local que acogió Ruralex, después Vademecum entre otros nombres, para convertirse ahora como Radar en estudio de música y conciertos.

En cambio, dos de los considerados como lugares más reconocibles y con nombre propio incluso fuera de Vigo, como lo fueron el Kremlin (Coruxo) y El Manco (calle Lepanto), esperan con el cartel de se alquila en su fachada una nueva actividad.

Los dos locales están vacíos. El primero desde hace unas semanas tras acoger primero una tienda de efectos navales y hasta hace unos días un comercio y taller de bicicletas. El segundo acumula años cerrado, pero conservando aún su nombre en la fachada.

Construido como cine en 1964 para atender a la población estival, el Goya fue levantado en Coruxo con 513 metros cuadrados, cuatrocientas butacas y un vestíbulo. Con el almacén y los aparcamientos delantero y trasero llega a los mil metros. El suelo de madera en desnivel original de sus tiempos de sala de cine y que siguió luciendo con el Kremlin, ha sido sustituido por su mal estado tras albergar conciertos y centenares de noches de copas, explica la propiedad.

Licencia de sala de fiestas

El precio planteado para su alquiler por la familia dueña de la construcción es de 2.500 euros al mes, señalan, con la advertencia de que sigue teniendo licencia en vigor para acoger una sala de fiestas. «Llaman mucho para preguntar, y mencionan recuerdos vividos en el Kremlin, pero de momento no se ha concretado nada», añaden los propietarios. Sin embargo, ya hay algún proyecto en marcha por parte de músicos de la época de la movida para hacer revivir el local con el mismo nombre con el que pasó a la historia viguesa, si surgen socios capitalistas para el proyecto.

Más económico resulta el alquiler solicitado para hacerse con El Manco. Dividido en un bajo de 155 metros cuadrados y un sótano de 165, los dueños plantean una cuota mensual de entre 1.200 y 1.100 euros.

Al contrario que el Kremlin, los propietarios de El Manco rechazan de forma tajante alquilarlo para acoger de nuevo actividad de ocio nocturno. El pub abrió en 1982 y siguió hasta 1992 con sus creadores, prolongó su actividad con parte de sus empleados dos años más y acabó como afther hour entre 1993 y 1994.

Visitados por el rey Felipe y Rajoy y con la entrada vetada a Siniestro y Aerolíneas Federales

Santiago Auserón recuerda haber tocado en la sala de Coruxo, como Manu Chao lo hizo con Los Carallos antes de formar Mano Negra, y Antón Reixa celebró las Olimpiadas viguesas en 1987 con la presentación de su disco Vigo 92. Los bocadillos de la puerta del Kremlin, lo complicado que resultaba aparcar sin ganarse una multa, o la moda gallega, forman parte de la intrahistoria del local que busca su cuarta actividad.

Y mientras el Kremlin se identifica plenamente con la movida, El Manco, o al menos su promotor y dueño del local, Miguel Montenegro, rehúye que se relacione al que fuera su negocio con aquel movimiento local. «Llegué a poner en la puerta un cartel declarándolos non gratos», recuerda aludiendo a los integrantes de Siniestro, Aerolíneas Federales, Los Currichos o Bromea o qué? «Me sentí solo, venían a ensayar a mi local y cuando fue la fiesta de Madrid se escribe con V de Vigo la fueron a hacer a otro sitio», explica Montenegro.

«La calle Lepanto era una vía oscura, cerrada, con pensiones de mala muerte, y El Manco le dio vida», asegura para romper una lanza por el movimiento nocturno que se concentraba en la zona del Scalextric, que hacía las veces de aparcamiento bajo su tablero.

El actual rey Felipe, en su época de príncipe acudió un domingo con amigos regatistas de Baiona asiduos del local, como lo hizo también Mariano Rajoy con su mujer y unos compañeros al poco tiempo de ser nombrado secretario general del PP. «Por allí venía todo el mundo», rememora Montenegro, pero deseando que otra actividad más tranquila dé vida de nuevo al local.