«Me decían que no iba a llegar a nada»

manu otero VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Emilio Cerviño

Diversidades ayuda a jóvenes en riesgo de exclusión a entrar en el mercado laboral y les hace ver que ellos sí que valen

19 may 2017 . Actualizado a las 16:49 h.

«No damos una preparación académica, es una preparación para la vida». Así define el psicólogo de la asociación Diversidades, Hafdala Mani, su misión con un grupo de jóvenes de Vigo en riesgo de exclusión social a los que ayudan no solo a obtener el título de competencias clave, sino también a desprenderse de una mochila cargada de malas experiencias educativas, familiares o económicas y a mirar al futuro con optimismo. «El objetivo de este proyecto es que se quieran y demuestren a la sociedad que tienen algo que aportar», insiste Hafdala. Un equipo de V Televisión visitó una de sus clases.

El factor común de buena parte de los quince alumnos que participan en el proyecto de Diversidades es que sufrieron el desprecio de su entorno. En su etapa escolar, por su dificultad para concentrarse, estudiar o simplemente por atravesar una etapa de rebeldía propia de la adolescencia, desde el centro académico no dudaron en tirar por tierra sus aspiraciones laborales. «Me decían que no iba a llegar a nada, que no iba a tener novia ni trabajo y eso desmotiva», admite Xaquín con su autoestima ya recuperada.

La misión de los trabajadores de Diversidades con estos jóvenes tiene dos vertientes. Por un lado se centraron en preparar al grupo de alumnos para superar el examen de competencias clave. Cinco de ellos han dado un paso más y se presentarán el próximo sábado a un selectivo para acceder a un ciclo medio. Para ello, los estudiantes acuden a clase cada mañana para adquirir los conocimientos necesarios de lengua inglesa, castellana y gallega; además de matemáticas. Esa es la parte formal del proyecto, la que les abrirá las puertas del mercado laboral. «Antes no tenía motivación para estudiar, pero el buen rollo de aquí me ayudó y ahora me gustaría hacer un ciclo de carpintería o cocina», afirma un reforzado Joel. 

El otro matiz de Diversidades es su labor social o humana. «Llegaron aquí con malas experiencias académicas o familiares y nos vimos en la necesidad de brindarles una alternativa que no sea estar en la calle», confiesa el educador. Para ello no centran sus esfuerzos en enseñarles a resolver problemas algebraicos ni a reconocer el complemento directo de una oración. Para esta misión es necesario desnudarse emocionalmente, liberarse de la carga de las malas experiencias y aceptar auxilio para superarlas. «Ellos llegaron aquí buscando ayuda y saldrán brindando ayuda a su entorno, ese es el espíritu de Diversidades», define Hafdala.

En sus clases hay chicos y chicas que tienen en común un pasado difícil. Sufrieron en sus carnes la discriminación por ser inmigrantes o pertenecientes a etnias minoritarias. Otros no fueron capaces, o no les dejaron, encajar en el sistema educativo y alguna fue víctima de violencia machista.

Es el caso de Alba que abandonó sus estudios de peluquería por su mal carácter y la falta de comprensión del profesorado. Además, ella sufrió en primera persona una de las lacras de la sociedad: la violencia machista. «No me dejaba venir a clase, me manipulaba y yo siempre me lo callaba, pero gracias a Hafdala pude salir» confiesa con una fortaleza impropia de una adolescente. Tampoco lo tenía fácil el senegalés Seydou. «Cuando llegué no tenía papeles y aquí me dieron la oportunidad de aprender y español y seguir estudiando», señala el joven que sueña con hacer carrera en el fútbol, aunque si no lo logra será «un hombre de negocios», asegura.

En el centro de Diversidades les dan una nueva oportunidad «porque la sociedad es cruel y estos son unos chicos que están llenos de potencialidades, de recursos y con una inteligencia emocional extraordinaria, pero no han encontrado el espacio donde se les estimule, se les acepte, se les quiera y se les trate con respeto. Solo así logramos la educación, no el enseñar, el educar no es para un examen, es para toda la vida», sentencia emocionado el psicólogo de la asociación, Hafdala Mani.