Vallas de todo tipo se olvidan por las calles de la ciudad y llegan a permanecer años

María Jesús Fuente Decimavilla
maría jesús fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

m. j. f.

La mayoría de las barreras tienen su origen en obras, baches y en la caída de cascotes de edificios

19 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Vallas de obra de todo tipo salpican distintas calles de Vigo sin motivo aparente. Algunas llevan tantos años en el mismo lugar que a estas alturas forman parte del mobiliario urbano. Las hay que en su día fueron colocadas con motivo de desprendimientos de fachadas para velar por la integridad de los transeúntes. Esta se supone que fue la intención cuando se colocaron en Policarpo Sanz, en concreto en el edificio que acogía el popular comercio Las Tres BBB. En la actualidad las vallas permanecen pegadas a la fachada, lo que permite el paso de los peatones bajo el inmueble y, por tanto, anula su supuesta intención. Además, el edificio está protegido por una marquesina de obra para evitar la caída de cascotes en la acera.

En los negocios de las inmediaciones se preguntan para qué sirven entonces las vallas. La respuesta llega de Marina Lage, la usuaria de una sucursal bancaria del entorno: «Deben de llevar años ahí, porque las recuerdo de hace mucho tiempo. La verdad, ahora casi ni me fijo, porque ya me he habituado, pero si no sirven de nada, como parece, deberían retirarlas».

Un poco antes, en la misma calle y casi frente al Sireno, de nuevo otra barrera amarilla aparece arrimada al muro lateral del acceso a un párking sin motivo aparente.

Tampoco Colón, como la calle anterior en pleno centro de Vigo, se libra de este tipo de obstáculos. Una vez más aparecen adosados a los inmuebles sin que se sepa por qué. Las malas lenguas apuntan que así, si ocurre algo, las administraciones responsables siempre pueden ampararse en la existencia de las vallas, aunque estén situadas de cualquier forma y a metros del objetivo.

Una de las más antiguas se encuentra en Beiramar, en la zona de los astilleros y al pie de una rampa. Los peatones que domingo tras domingo hacen la ruta hacia Bouzas dan buena cuenta de los años que lleva puesta. Se supone que la idea es no permitir el acceso por ese espacio, pero lo cierto es que en todo el tiempo que lleva colocada no se ha encontrado una solución más adecuada y, sobre todo, más estética.

El Casco Vello y entorno tampoco se libran de esta plaga. En la calle Laxe, una concesionaria ha dejado su impronta pegada al edificio de la Fundación Menela. La situación no ha pasado desapercibida para María Jesús, vecina de Carral. Critica el abandono que sufre esa zona situada entre Laxe y la Alameda. Otras veces, las vallas tienen firma, como si de un diseñador se tratara. Ocurre en A Ferrería, donde la popular tienda de ultramarinos Tino tiene la suya propia en la puerta con el nombre grabado.

Entre las detectadas en las calles las hay del Concello, Puerto, policías respectivas y empresas concesionarias. Tanto vecinos como propietarios de negocios piden a los responsables que cuiden este tipo de detalles para evitar una imagen de total abandono.