El Concello culpa a los técnicos de la reducción del ancho del carril bus

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

El edil de Mobilidade asegura que lo estudiarán y darán respuesta a los afectados

08 abr 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Los autobuses de Vitrasa están que no caben en sí, pero no de gozo. No caben en el carril bus. Como ya publicó La Voz, en las nuevas calles humanizadas, el ancho de vía reservado para estos vehículos es menor que el ancho de los autobuses de la empresa concesionaria del servicio municipal de transportes.

Ante la nueva situación, que se añade a otros obstáculos con los que los conductores se topan cada día, el presidente del comité de empresa, Narciso Pazos, criticó el hecho de que no haya se aprovechado el arreglo de las calles «para solucionar los problemas, en lugar de mantenerlos o generarlos», recordando que la flota se compone de 116 autobuses urbanos a los que hay que sumar los de los colegios, los interurbanos y los turísticos, que por cierto, comienzan a funcionar ya, con motivo de la Semana Santa, «Por tanto, somos muchos los afectados y se nos debería tener en cuenta», apuntaba.

El concejal de Mobilidade, Carlos López Font, justifica el caso con el siguiente argumento: «Los proyectos de humanización se ven de manera concienzuda por los técnicos de los departamentos de Vías e Obras y Mobilidade. Como siempre hacemos, atendemos las sugerencias, pero quiero trasladar que los técnicos de ambas oficinas los estudian con detalle», asegura en relación al visto bueno dado por los peritos que manejan los detalles de cada actuación urbana.

Pero de hecho, cuando este tema saltó a la palestra, miembros de la corporación municipal como el portavoz de Marea, Rubén Pérez, apuntaba que el problema es que «se utilizan los mismos pliegos técnicos para las obras en las calles, independientemente de su tamaño y condiciones».

Como consecuencia, el edil socialista añadía ayer que «estaremos atentos a los que nos dicen los ciudadanos y tendremos en cuenta lo que opinan estos colectivos, a los que daremos respuesta», sin especificar plazos.

Mientras tanto, los conductores de autobús seguirán sorteando las dificultades que se encuentran a su paso. La estrechez de carriles se ha detectado en Sanjurjo Badía, avenida de Castelao, Jenaro de la Fuente y, ahora, el último tramo humanizado de García Barbón. En las redes sociales, los ciudadanos que manejan sus coches dan cuenta de este problema, compartiendo en foros cómo en estas vías el roce con los buses no se produce por milímetros y gracias a la pericia de automovilistas y conductores de Vitrasa, que se esquivan para evitar rayar carrocerías o llevarse por delante los espejos retrovisores.

Otra de las quejas que recoge el comité de empresa es la dificultad que sigue generando al colectivo transitar por Sanjurjo Badía. Recuerdan que a pesar de que el Concello eliminó el tráfico pesado, sigue siendo un tapón. «Nos dan cinco o seis minutos y es imposible recorrerla en ese tiempo», aseguran recordando que el tiempo que tienen destinado a los recorridos es el mismo que antes de la reorganización derivada de las humanizaciones, de ahí el esfuerzo que supone sortear un impedimento tras otro.

El problema se extiende a las turboglorietas, sobre todo a las de Travesía y la del barco de Coia. Pazos relata que casi no entra un coche y, menos aún un autobús, por lo que al maniobrar nos vemos obligados a invadir otro carril.

Medidas como la colocación de vallas para evitar atropellos siguen en «stand-by»

La oleada de atropellos que tuvieron lugar en el centro de Vigo a principios de este año llevaron al alcalde de la ciudad a manifestar que estaban estudiando las medidas a tomar. Abel Caballero lo aseguraba dos días después del suceso más grave, en el que un autobús de Vitrasa golpeó a un hombre y una mujer, que falleció a consecuencia de las heridas. Entre las soluciones, mencionaba la posibilidad de poner vallas en las esquinas de las calles con más tráfico, ya que buena parte de los accidentes se producen por descuido de los propios peatones al cruzar por zonas indebidas en su afán por ahorrarse unos segundos.

Se retiraron en el 2009

El plan de las vallas disuadiría a los viandantes que ahora no encuentran obstáculos que se lo impidan. En realidad, en zonas como la del atropello mortal ya había vallas, pero con las humanizaciones, se retiraron y se sustituyeron por jardineras que no llegan hasta donde se espera para cruzar. Como se tarda cerca de 10 minutos en completar el recorrido si se respetan los semáforos, la gente se los salta continuamente.

El cruce de Urzaiz con Gran Vía y Lepanto es un punto negro donde se han producido decenas de atropellos y milagros constantes, según atestiguan los comerciantes que ven cada día cómo los vigueses se salvan por los pelos de ser alcanzados por los coches. Las mortíferas cuatro esquinas contaban en el 2009 con esa protección disuasoria, un cercado metálico que impedía a los peatones lanzarse a la aventura jugándose la vida.