Una multitud recibe al «Estai» tras su detención en Canadá

La Voz

VIGO CIUDAD

. benito

Con su captura se inició la guerra del fletán

23 mar 2017 . Actualizado a las 04:00 h.

Los aplausos de las miles de personas concentradas en el muelle y el sonido de sirenas de una veintena de barcos sirvieron el 23 de marzo de 1995 para dar la bienvenida al Estai. «Estamos agotados, pero con la cara levantada. No hemos cometido ninguna infracción». Fueron las primeras palabras del patrón. En parecidos términos se expresó el capitán, quien recordó a los compañeros que «siguen luchando en el caladero». Se referían a la guerra del fletán, que enfrentaba a los arrastreros gallegos con el Gobierno de Canadá.

Este barco de la armadora Pereira fue retenido por patrulleras canadienses el 9 de marzo de 1995 en aguas internacionales. Antes se había producido una persecución que acabó cuando los buques norteamericanos emplearon su calibre 50. Fue el detonante de una crisis diplomática entre el gobierno de Ottawa y la Unión Europea. En medio estaba un importante caladero de fletán negro. Para mayor agravio, los 26 tripulantes del barco fueron increpados y el propio buque saqueado.

España llegó a enviar una patrullera de altura para defender a los pesqueros españoles que faenaban en la zona. Tras el pago de una fianza fue liberado el barco, que llegaba a Vigo el 23 de marzo.

El capitán del Estai, Enrique Davila, que fue el encargado de contestar a las palabras de recibimiento pronunciadas por la esposa de su compañero Serafín Blanco, aseguró que «después de lo que nos han hecho, violando todas las leyes del mar, y después del acoso que siguen sufriendo las tripulaciones que permanecen en Nafo, no comprendemos la pasividad de las autoridades comunitarias».

Por su parte, Serafín Blanco, patrón del Estai, destilaba rabia al relatar por enésima vez el modo en que se produjo el apresamiento. «Vamos a abrir fuego, y lo abrieron», recordaba el patrón. También dirigió sus dardos contra la Unión Europea: «Después de escuchar a Emma Bonino decir que fue un triunfo, nos preguntamos a qué le llamará pérdida».

Después de tanta tensión acumulada durante días y de un recibimiento que no imaginaban, el deseo más inmediato de los tripulantes era abrazar a los suyos y descansar. «Lo de hoy ha sido una borrachera de afecto que tardaremos días en asimilar», decía uno de ellos.

La guerra continuó, España perdió capacidad de pesca y el primer ministro canadiense, Brian Tobin, ganó por mayoría las siguientes elecciones en su país.