Mareas con un pan bajo el brazo

Antón Lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO CIUDAD

cedida

Los sedimentos que aportan los fenoménos extremos sirven de alimento a las aves limícolas

20 feb 2017 . Actualizado a las 12:55 h.

No todo son desgracias tras los temporales. Para nuestras protagonistas, las aves limícolas, esas que, como su nombre indica, desarrollan su actividad entre los limos, arenas y rompientes a la orilla del mar, la arribazón de algas y el afloramiento de nutrientes propiciado por los vientos y mareas extremas supone una oportunidad de la que se están aprovechando con fruición estos días. Todo ese revoltijo de algas y sedimentos batidos son un restaurante ocasional que les viene muy bien ante la que se les avecina.

Algunas de estas aves son residentes permanentes en nuestras latitudes, pero en su mayor parte vienen a pasar con nosotros el invierno tras un viaje que comienza en otoño en Alaska, Groenlandia o Escandinavia, adonde regresarán en primavera para pasar en sus cuarteles estivales la época de cría. Sus nombres son un buen indicativo de su biología y ecología: andarríos, ostreros, correelimos, vuelvepiedras, agujas, agachadizas, chorlitejos.

Aunque comparten el mismo espacio, cada una de ellas está especializada en un tipo de alimento concreto y esa especialización se puede comprobar a simple vista. Picos cortos y fuertes para romper la concha de los moluscos; largos y delgados para capturar los gusanos de arena; anchos para voltear piedras y algas; curvados hacia arriba o abajo para introducirse con precisión quirúrgica por cualquier pequeña galería. La misma variedad en sus patas: cortas y fuertes para corretear por la playa, largas y delgadas para caminar por la zona inundada, palmeadas para ayudarles a nadar o con los dedos largos para no enterrase en la arena.

La evolución natural se lució en creatividad con nuestras amigas. Es sencillo verlas estos días al borde del mar, siempre activas, caminando a toda prisa por la orilla picoteando sin parar, y su presencia nos indica cosas relevantes para nuestra especie. A mayor presencia de limícolas más biodiversidad, por eso abundan en las Cíes, claro, y O Vao o la Xunqueira del Lagares, pero son casi inexistentes en Samil.

Esa biodiversidad señala las mejores zonas de cría y desarrollo para los alevines de muchas especies de interés comercial. Dicho de otra forma: si ellas encuentran alimento nosotros lo encontraremos también, y no muy lejos de allí. Como todas las especies silvestres que comparten espacio con las zonas humanizadas, las cosas no les van bien últimamente. La pérdida de hábitats, contaminación marina y terrestre, microplásticos, caza (furtiva y legal) fueron diezmando sus poblaciones hasta el punto de que entre ellas están algunas de nuestras especies en mayor peligro de extinción.

Picotean en la orilla buscando sustento, pero precisan tranquilidad

Las algas que arroja la marea no son basura, son un aporte imprescindible de nutrientes y refugio de pequeños crustáceos y anélidos que son la base de la dieta de nuestros amigos. Para este grupo de aves constituyen una fuente de alimento vital. No existe justificación para retirarlas, al menos antes de la temporada de verano. Si conseguimos garantizar su alimento, la siguiente prioridad para estos bichitos es la tranquilidad. Tengamos en cuenta que en unas semanas iniciarán sus migraciones, por lo que necesitan hacer acopio de alimento. Si las vemos picotear por la orilla no nos cuesta nada alejarnos un poco para evitar molestarlas y tengamos cuidado con los perros sueltos. Valoremos además su presencia como un tesoro. Cada vez tienen menos lugares donde poder vivir y ellas si que son auténticas banderas azules.