Un reincidente por abusos a menores pide que no tengan en cuenta su pasado

e. v. pita VIGO / LA VOZ

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El acusado niega en un juicio que hiciese tocamientos pero admite que está «muy a gusto» con niños de 12 a 14 años

09 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Un acusado con una amplia hoja de antecedentes penales por abusos a menores se quejó ayer, al finalizar un juicio por supuestos tocamientos a un niño de 12 años, de que la policía tuviese en cuenta su pasado para incriminarlo. El mismo implicado, que tiene 57 años, fue condenado por el juzgado de lo penal de Vigo en el 2013 por coaccionar a otro pequeño por la calle aunque no cumplió prisión porque todos sus antecedentes eran antiguos y estaban cancelados. Si vuelve a ser condenado ahora, tendrá que cumplir las dos sentencias.

En la vista de ayer, el implicado afrontó 6 años de prisión por hacer, supuestamente, tocamientos durante cuatro meses a un niño de 12 años al que colmaba de regalos para ganarse su confianza y amistad, lo mismo que otros dos amigos del menor. Fue entre octubre del 2014 y febrero del 2015. Él negó los abusos y se limitó a reconocer que invitaba a los menores a tomar hamburguesas en un centro comercial porque la familia del niño era «pobre y lo maltrataba». También lo llevaba a pasear por Samil, lo llevaba al colegio en un Audi A6 e incluso lo sacó de marcha por discotecas y bares en Año Nuevo del 2015 sin permiso de los padres, que dormían en casa sin saber nada. También le daba propinas de dos euros cada viernes o le hacía regalos, aunque negó que le hubiese dado un smartphone. «Me siento cómodo y muy a gusto con los niños de 12 a 14 años, me gusta verlos enredar y jugar pero nada más», alegó en el juicio.

Cuando los padres descubrieron la extraña amistad entre un señor de casi 60 años y su hijo pidieron una investigación a la comisaría. Los agentes convencieron al niño para que enviase un mensaje a su amigo adulto para citarse otra vez y así poder identificarlo. Una vez que obtuvieron su nombre, los policías descubrieron que tenía varias condenas por pederastia, algunas por delitos cometidos en Madrid.

El acusado se quejó en el juicio porque, en aquel entonces, lo prejuzgaron y lo acusaron de hacer tocamientos al menor en su casa o en el coche. «Hasta que no se supieron mis antecedentes, no se habló de ningún abuso. Los padres vieron la luz de que había dinero en esto», alegó José María P.P. al tribunal de la quinta sección de la Audiencia en su derecho a decir la última palabra. «¿Por qué metieron luego lo de los abusos? Porque tengo antecedentes pero aquí solo había amistad, no hubo nada más».

Cree que le tendieron una emboscada: «Fui porque él me lo pidió, fui tonto, actué por amistad. Si le hago eso que dicen, el chico no volvería a subir a mi coche. Cuando los llevé a Samil, los chavales iban enredando, jugaban como niños y ahora me vienen con este chaparrón».

La madre del menor contó que el niño describía a su amigo adulto como «un ángel, un señor muy bueno» pero, poco a poco, fue consciente de los abusos que había sufrido ni de que habían invadido su intimidad. No era capaz de describir de viva voz a sus padres los tocamientos y tuvo que escribir lo que le había pasado mediante un mensaje de móvil, tras lo cual, toda la familia se puso a llorar. Los progenitores le hicieron ver que aquel individuo que decía ser su amigo se había aprovechado de él. El menor bajó sus notas escolares.

La psicóloga forense cree que el testimonio del menor es veraz y supone que le quedarán secuelas. Por este motivo, la Fiscalía, al final del juicio dobló su petición de indemnización al menor hasta los 12.000 euros.

La defensa del acusado cree que el menor cayó en varias contradicciones, lo que pone en evidencia que «miente». Por ejemplo, dice la abogada, presentó a su amigo adulto de distintas formas: como abuelo, padrino o tío.

Hace cuatro años

La Fiscalía le recordó al encausado que suma varias condenas por el mismo delito o por otros relacionados con menores. Fue condenado en el 2013 por la sala de lo penal número 2 de Vigo por abordar a un niño. En abril y mayo del 2012, lo siguió al colegio cuando salía de casa y, durante el trayecto, lo abordó con conversaciones que el escolar no quería mantener. Le preguntaba su fecha de nacimiento, lo invitaba a subir a su coche y le llegó a entregar una carta en la que le reprochaba sus modales reservados. Según la Fiscalía, perturbó gravemente la vida diaria del menor, que acudía a clase con gran alteración ante la posibilidad de un nuevo encuentro con el acusado. La Fiscalía pidió inicialmente un año de cárcel y alejamiento.

Tiene condenas antiguas, otra del 2013 por acosar a un escolar y ahora le atribuyen abusos