El párroco camerunés Marcel Bikongnyuy comparte con los vigueses su experiencia con Manos Unidas

Begoña Rodríguez Sotelino
b. r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Mañana dará una charla en la parroquia del Rocío

02 feb 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Un domingo al año, todas las aportaciones realizadas por los feligreses en todas las misas y en todas y cada una de las parroquias del país se destinan a la onegé Manos Unidas. Esa jornada se celebra dentro de dos domingos, el 12 de febrero, y la organización trata de dar visibilidad y poner cara a cada una de sus campañas para que la gente sepa a dónde va a parar el dinero que aporta.

Este año, la delegación de Vigo cuenta con la presencia del camerunés Marcel Bikongnyuy, Gham, un religioso de 40 años de edad que de los 12 que lleva como párroco, ejerció cerca de una década en su ciudad de nacimiento, Kumbo, y conoce de cerca los proyectos de Manos Unidas, ya que los ha visto crecer hasta convertirse en realidad.

Bikongnyuy contará su experiencia en varios centros educativos. Ayer se estrenó dando una charla a los alumnos de Cluny y hoy contará su experiencia en el colegio La Paz. Además, mañana, viernes, tras la misa de las 19.00 horas en la iglesia del Rocío, compartirá su experiencia con los asistentes a la celebración eucarística. El párroco, que lleva tres años residiendo en España, ya que estudia Teología en la Universidad de Valencia, subraya que para él, su experiencia misionera trabajando en su país con el apoyo de Manos Unidas, pero con autogestión de los cameruneses, ha sido fundamental. «Y por eso quiero agradecer profundamente a los feligreses su participación en los proyectos que se pueden realizar gracias a su ayuda», insiste. Por ejemplo, Marcel recuerda que antes de llegar a España fue testigo de cómo se puso en marcha un centro de rehabilitación para madres solteras, «jóvenes que tras quedarse embarazadas no pueden seguir sus estudios y allí tienen un espacio donde se les da formación para gestionar pequeños negocios», explica. También ha visto cómo la oenegé levantaba dos escuelas «y construía un dispensario para que la gente del pueblo tenga cerca un centro de atención primaria, ya que el hospital más cercano está muy lejos». En Kumbo, que tiene más de 80.000 habitantes las necesidades más acuciantes tienen que ver con «la falta de aulas decentes, el acceso a una alimentación equilibrada, a una formación técnica para mejorar la productividad y generar un mercado propio», indica.

Según explica la delegada en Vigo de la oenegé, Begoña Cebrián, este año, buena parte de los recursos que Manos Unidas logre reunir a través de las aportaciones en Vigo, se vinculan a un proyecto de acuicultura en El Salvador enfocado a la cría de camarones.