En Vigo sí se puede circular en bicicleta

María Jesús Fuente Decimavilla
maría jesús fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

ESCANEADA

Un trabajo de arquitectura contempla dos redes de más de cincuenta kilómetros

13 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Un trabajo de fin de carrera de Arquitectura demuestra que en Vigo es posible circular en bicicleta. El estudio de Alexandre Mouriño no solo ha logrado los elogios del tribunal, que le otorgó una calificación de 19 sobre 20, sino que ya son varias las ciudades españolas que se han interesado por la metodología empleada.

«Los vigueses tenemos que quitarnos el estigma de que la ciudad no es ciclable. Este análisis demuestra que la movilidad en bicicleta es posible y que se puede hacer una red que dé seguridad y servicios a la gente que ahora no se atreve a circular en ella; se puede hacer que la gente pierda el miedo», destaca el autor. La próxima semana tiene intención de trasladárselo al Concello de Vigo por si pudiera servirle de base para un posible proyecto. Como mínimo, le ahorraría tiempo, teniendo en cuenta que Mouriño dedicó al estudio año y medio.

En él contempla la creación de dos redes. Una estructural o primaria, y otra secundaria, complemento de la anterior. En total, suman 51,88 kilómetros, de los que 37,02 corresponden a la red primaria. Esta ha sido concebida para unir los principales generadores de tráfico con todas las medidas de confort para los ciclistas. Incluye más de una treintena de calles, entre ellas, Sanjurjo Badía, Travesía de Vigo, Aragón Gregorio Espino, Urzaiz, Pizarro, Venezuela, Gran Vía, Progreso, Cánovas del Castillo, Montero Ríos, Areal, Colón, Vía Hispanidad, Camelias y López Mora.

En el caso de la red secundaria, el objetivo es unir espacios puntuales como O Castro, Porta do Sol, Príncipe, Casco Vello y casco antiguo de Bouzas. «Hay viales que aunque tengan una pendiente elevada, tienen que estar ahí por su carácter simbólico», dice. También se aprovecharía para conectar con la red principal la estación de autobuses, el parque de Castrelos, el relleno de Bouzas, Vulcano, Citroën, el estadio de Balaídos y la nueva estación del AVE en Urzaiz. De esta forma se cumple la máxima autoexigida de que desde ninguna vivienda del ámbito haya que recorrer más de 250 metros (un minuto a 15 kilómetros por hora en bicicleta) para acceder al tramo de red más próximo.

Durante el desarrollo del trabajo, su autor se encontró con más de una sorpresa. Una de ellas fue el tramo de Gran Vía que discurre entre las plazas de España y América. «Antes de hacerlo pensaba que era inasumible y cuando medí la pendiente comprobé que no era tan exagerada como parecía, era aceptable. Es la percepción de muchas calles», explica. En realidad, buena parte del vial no supera el 2 % y es siempre menor del 5 %. Está convencido de que a mucha gente que no anda en bici le pasa lo mismo que a él y no sabe que es accesible.

El caso opuesto lo encontró en la calle García Barbón (entre las torres del Club Financiero y la iglesia Santiago de Vigo). «Tiene una pendiente que no parece, la percepción es engañosa. Cuando vuelves hacia Teis no hace falta pedalear».

La máxima cuesta la encontró en la calle Poboadores, con un 23 %, por lo que fue excluida de la red. Por el contrario, la más baja, como era de esperar, es Beiramar con un 0 %. Otras, como Severo Ochoa, tienen un 17 %., Isaac Peral, 10 %, Vázquez Varela, 9 %, Buenos Aires, 8 %, Coruña, 6 % y Elduayen un 4 %, que en apariencia casi no se detecta.

«La red tiene que ser cerrada, no puede terminar; En Vigo hay muchas posibilidades, pero siempre se plantean tramos y es un arma de doble filo porque la gente no lo utiliza al no servir para desplazarse y de esta forma el Ayuntamiento justifica que no se usa».

Para empezar, y si no es posible llevarlo a cabo en principio de forma completa, sugiere hacer un primer experimento entre el núcleo de Porta do Sol, Beiramar, García Barbón y Pi y Margall. También cree que se puede ir perfectamente desde Teis a Samil en bicicleta. Un carril por Orillamar sería ideal, a su juicio, al no robar ancho de vial a los vehículos. Esto no quiera decir, ni mucho menos, que la red tenga que discurrir toda por carriles bici. En algunos viales apuesta por compartir el tráfico con el resto de vehículos adecuando las señales para que la convivencia sea perfecta. Tampoco descarta que las bicis compartan las zonas peatonales siempre que se dé prioridad a los viandantes.

Además de estudiar la pendiente y la longitud del tramo que abarca, a la hora de llevar a cabo el estudio se tuvieron en cuenta otros diez condicionantes para la movilidad del ciclista. Es el caso del tipo de usuario, densidad de tráfico, diferencial de velocidad, ancho de la vía, tipo de vehículos que circulan, calidad paisajística, número y tipo de intersecciones, exposición al viento y saturación acústica. Tampoco ha obviado factores como malos olores, tramos expuestos al sol y zonas de inseguridad ciudadana.

Una encuesta previa al trabajo realizada entre 381 usuarios habituales de bicicleta desveló aspectos inesperados como el hecho de que, a pesar de la compleja orografía de la ciudad, los usuarios no la consideran el principal inconveniente a la hora de utilizar la bici. Otras circunstancias cobraban más peso. Es el caso de la seguridad. En concreto, la diferencia de velocidad con el resto del tráfico rodado y la densidad y el tipo de vehículos que circulan por las diferentes vías de Vigo. La solución, a juicio del arquitecto, sería un buen diseño, lo que anularía de forma inmediata esos condicionantes, dando una seguridad muy elevada al usuario.

«No soy un fundamentalista de la bici, también utilizo el coche, pero tiene muchos beneficios»

Llevaba quince años sin coger la bicicleta y hace dos decidió comprarse una y retomar los traslados en este medio de transporte. Alexandre Mouriño anima a los vigueses a probar y a concienciarse: «No soy un fundamentalista de la bici, también utilizo el coche, pero tiene muchos beneficios. Es un vehículo menos, más espacio, menos ruido, más beneficios para la salud, menos enfermedades cardiovasculares y respiratorias». Reconoce que es difícil plantear este tema en ciudades donde no existe sensibilidad.

Mouriño presentó su trabajo desde el punto de vista metodológico en el Scientists for Cycling Colloquium 2016, un encuentro de carácter mundial centrado únicamente en la movilidad ciclista y celebrado el pasado año en Portugal, en concreto en Aveiro. «Se sorprendieron del poco nivel que tiene la ciudad en este ámbito. Históricamente nunca se ha planteado el tema en serio», comenta el autor de Red de ciclovías para la ciudad de Vigo: Análisis y trazado para la trama viaria existente.

La idea de afrontar este trabajo de fin de carrera llegó al caer en sus manos un proyecto desarrollado en Lisboa, una ciudad, que como Vigo, también tiene cuestas. Los autores del estudio portugués elaboraron un vídeo que llegó a conseguir varios premios internacionales. Asegura que para desarrollarlo es necesario ponerse al frente de la bici para comprobar de primera mano las dificultades. La suele utilizar para trayectos más bien cortos, mientras que los largos los hace en coche.

Entre las ventajas de las dos ruedas cita el ahorro de tiempo y gasolina. Está convencido de que si los políticos se desplazasen en este medio de transporte, serían un ejemplo estupendo a imitar por muchos otros ciudadanos. Es lo que sucede en países como Holanda o Dinamarca, donde las autoridades se mueven en bicicleta como el resto de la población, dice. Vigo es de las pocas ciudades que no tienen un plan de movilidad ciclista.