Abrir Vigo al Mar sigue abandonado mientras su autor logra el mayor premio de España

María Jesús Fuente Decimavilla
maría jesús fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

El proyecto de Vázquez Consuegra, que fue Premio Nacional de Arquitectura, sigue sin terminar y se ha desvirtuado

29 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Abrir Vigo al Mar, ese nombre que alguien se sacó de la manga, sigue sumido en el abandono, doce años después de la conclusión del último detalle. Mientras que su autor, el sevillano Guillermo Vázquez Consuegra, logra la medalla de oro de la Arquitectura Española, el más alto galardón de la profesión, el proyecto acumula basura, losetas y maderas destrozadas, bancos rotos, estanques con agua de color sospechoso, construcciones con moho, pintadas y restos de botellón.

La situación no es más que el vivo ejemplo de la falta de entendimiento de las administraciones con distinto color político: Concello, Autoridad Portuaria y Zona Franca.

No es de extrañar que a Consuegra se le revuelva el estómago cada vez que recala en la ciudad y se encuentra con tal panorama. «Me duele el estómago de ver el abandono, el deterioro y el mal uso que se está haciendo de ese espacio», declaraba en una entrevista publicada en este diario.

El proyecto obtuvo en el 2005 el premio Nacional de Arquitectura, un reconocimiento que no fue parejo al de la ciudad. Por el contrario, la obra de Vázquez Consuegra fue criticada la mayoría de las veces sin conocimiento de causa. Todavía ayer, unas funcionarias de la Xunta creían que el edificio en el que trabajan es obra de Vázquez Consuegra, cuando no tiene nada que ver. Ni ese, ni el del centro comercial A Laxe son obra del arquitecto sevillano. El único inmueble que pertenece a su proyecto es uno de escasa altura situado en la plaza de la Estrella que acoge varios locales de hostelería.

Una de los aspectos que más molesta a Consuegra es la falta de respeto por parte de los políticos hacia las obras de los profesionales. Buena muestra es la plaza de O Berbés. «Cuando la diseñé me hablaron de dejar un espacio libre para poner las mesas de las ostras», comentaba Consuegra. No solo no situaron a las ostreras, sino que eliminaron el estanque que simbolizaba el agua que en otro tiempo llegaba hasta la plaza. En su lugar colocaron plantas y unas barcas. Tampoco recuperaron las fachadas, como le habían dicho, y que iban a ser contempladas desde las gradas.

El arquitecto ha criticado el horror vacui de los políticos, que llenan cualquier espacio libre con toda clase de esculturas y artilugios con tal de dejar su impronta. «Llenar espacios con esculturas es típico de alcaldes de pueblo», dijo. Tampoco se prolongó el túnel de Beiramar a la altura de O Berbés, ni hizo el museo previsto en una parte de la estación marítima, ni el acuario proyectado en un edificio dotacional, algo que consideraba imprescindible para dar al proyecto un carácter cultural y no meramente comercial, como resultó.