Paleontología del Dinoseto

VIGO CIUDAD

m. moralejo

El arbusto más famoso de la ciudad de Vigo suma errores y aciertos en su interpretación del Cretácico

24 oct 2016 . Actualizado a las 13:48 h.

Vamos a tomarnos en serio la broma. Y a la inversa. Porque nuestro querido Dinoseto es todo un fenómeno. El arbusto más famoso de Vigo tuvo el viernes una cría. Así que, bajo el prisma de la ciencia, vamos a analizar la feliz noticia. Y encontraremos datos que chirrían pese al indudable entusiasmo.

¿Dinoseto o Dinoseta? El pueblo soberano lo bautizó como Dinoseto. Pero, cuando se añadió al conjunto un huevo, el alcalde Caballero especuló con que fuese Dinoseta. No hay ninguna razón para ello. Es posible que algunos dinosaurios, como muchos pájaros, criasen a su prole en pareja. Así que podría ser un macho. El problema es que, como luego veremos, la escena no parecía de incubación. Sino que el Dinoseto estaba allí para devorar el huevo en un acto de rapiña.

No es un dinosario. Aunque nos engañemos, el Dinoseto ni siquiera parece un dinosaurio. Parece un arbusto. El ser humano es el único animal capaz de verlo así. Un perro no saldría corriendo, creyendo estar ante un T. Rex. Se acercaría tranquilamente y levantaría la pata para orinar. Ver un fósil viviente es un caso de pareidolia, el mismo fenómeno que nos hace ver caras en las nubes o en objetos cotidianos como en una alfombra. Un estudio publicado en la revista Cortex revela que hay una parte del hemisferio derecho del cerebro especializada en reconocer rostros. Al igual que hay un tipo de ceguera, la prosopagnosia, que impide reconocer caras, aunque se ven todos sus elementos individuales: nariz, ojos... Quienes lo padecen sólo reconocen a otras personas por su voz o su ropa. Así pues, es una obviedad: el Dinoseto no es un dinosaurio. Y sólo los humanos somos capaces de encontrarles un parecido.

Bajo tierra. El huevo del Dinoseto fue colocado bajo el saurio, como si fuese a incubarlo. Esto es muy improbable. La mayoría de los dinosaurios, por su enorme peso, no podían incubar los huevos. Sólo se conoce el caso de los Terópodos, que pesaban unos 60 kilos como adultos, y que producían huevos con una cáscara especialmente dura que les permitía la incubación. La mayoría de los dinosaurios hacían como las actuales tortugas: enterrar los huevos. Así que el del Dinosetiño nunca debió estar a la vista.

Incubación. La incubación despierta una duda interesante. La teoría clásica presenta a los dinosaurios como de sangre fría, lo cual los haría poco eficaces para incubar, en comparación con una gallina, por ejemplo. Un estudio en Science apuntó que estarían en un estadio intermedio, entre sangre fría y caliente, con un metabolismo similar a tiburones, atunes y las grandes tortugas marinas. Los críticos con la teoría de la sangre fría tienen un argumento en el T. Rex: era demasiado grande como para ser lento en la caza o para estar paralizado sin alimento en períodos de bajas temperaturas. Si fuera estrictamente de sangre fría, se cree que habría muerto de inanición.

El tiempo de eclosión. El huevo del Dinoseto pasó un año a la intemperie. Según el alcalde Caballero, la incubación de los dinosaurios tardaba «un año y ocho meses». No se conoce tal dato. Los estudios recientes demuestran que las crías rompían el cascarón en apenas 50 días como media. Los 600 días que propone el alcalde multiplican por diez estas estimaciones. El tiempo que pasaban los dinosaurios dentro del huevo antes de la eclosión es un dato por el momento impreciso. Los científicos suelen relacionarlo con lo que sucede en las aves, que tienen un período muy variable, desde los 11 días en algunos pájaros cantores de pequeño tamaño hasta unos 85 días en los grandes albatros. Teniendo en cuenta esta gran incertidumbre, se han estimado períodos de 40 a 50 días para los dinosaurios del tamaño de Dinoseto.

El tamñao. El tamaño de Dinosetiño es descomunal. Ya resulta evidente que de un huevo del tamaño de un balón de rugby no puede salir un dinosaurio de metro y medio. Y tampoco era así en el Cretácico. Un reciente estudio en Science revela que incluso las especies más grandes, como los titanosaurios, tenían crías del tamaño de un bebé humano. La gran diferencia era que crecían muy rápido, hasta alcanzar hasta 15 metros de longitud en edad adulta y pesar como un elefante. El Dinosetiño nacido el viernes debería ser muchísimo más pequeño.

La escena familiar. Es correcto. Para nada sorprende que Dinoseto esté junto a Dinosetiño. Hasta época reciente, se creía que los dinosaurios eran muy independientes. Ahora sabemos que hacían vida gregaria, incluso el temible T. Rex. De hecho, en el British Museum se expone un nido de Maiasaura, uno de los dinosaurios más famosos. Y su nombre significa «reptil buena madre», porque aparecieron crías ya nacidas y fosilizadas en su interior, lo que demuestra que sus progenitores iban a alimentarlos.

Así pues, nuestro querido Dinoseto plantea dudas desde la Paleontología. Pero estas cuestiones no desmerecen la popularidad de este auténtico fenómeno de la verdadera ciencia a la que pertenece: la Jardinería.