El poliédrico hombre de la equitación

Lorena García Calvo
lorena garcía calvo VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

XOAN CARLOS GIL

Compaginar su carrera como jinete profesional con la docencia aporta a Carlos grandes satisfacciones

19 sep 2016 . Actualizado a las 12:18 h.

Desde que era un crío el deporte formó parte de la vida de Carlos Domínguez. En sus veranos se sucedían el tenis o la vela, y, desde los once años, los caballos. Fue a esa edad cuando su familia decidió que se adentrara en el mundo de la equitación. Lo que en ese momento desconocían era que esa decisión acabaría marcando su vida.

«Yo practicaba mucho deporte, todos los veranos mis padres me inscribían en alguna disciplina y con 11 años mi padre decidió que probara con los caballos. Era una edad un poco tardía, pero me enganché», recuerda Carlos, que hoy compagina su carrera como jinete profesional con la enseñanza en el Club Hípico El Alazán. «En el 2014 monté Establos Vigo y ahora lo hemos fusionado con el Club Hípico El Alazán en la escuela hípica San Cosme», desgrana Domínguez, cuya carrera deportiva le ha llevado por todo el mundo.

Desde que comenzó a practicar equitación Carlos fue un alumno aventajado. «Deportivamente me fue bien bastante pronto. Con 14 años gané el Campeonato de España de doma, luego el completo, el trofeo de campeones», y así, casi sin darse cuenta, se vio compitiendo por todo el país. «Este es un deporte en el que el apoyo familiar es fundamental, porque siempre tienes que acudir a eventos, desplazarte... Siempre digo que la hípica es un deporte sobre todo familiar».

Y su familia fue precisamente la que le arropó cuando, con 16 años, decidió fiar su futuro a la hípica. «Cuando estaba en Segundo de BUP decidí dedicarme profesionalmente a ser jinete y me trasladé a Francia para prepararme. Aun no tenía los 17 cuando corrí el campeonato de Europa de juveniles representando al equipo español, y con 17 volví a otro Europeo. Ahí regresé a Vigo durante seis meses y ya me trasladé a Italia durante cinco años como jinete profesional».

A través de la hípica Carlos disfrutó de un sinfín de vivencias. Pero el camino de ida también lo era de vuelta y en el año 2014 regresó a Vigo y fundó Establos Vigo. «En mi decisión se juntaron varias cosas. Por un lado mis padres me pidieron que volviera porque ya eran muchos años fuera, y por otro quería aportar a mi ciudad todo lo experimentado. Y me lo recompensó con una Copa del Mundo en Vigo en la que pude participar», recuerda.

Pasión por la docencia

Carlos Domínguez ha visto cómo los caballos le daban la oportunidad de competir al más alto nivel y también la de enseñar a las futuras generaciones. «Sigo compitiendo, pero me encanta ser profesor. Adoro mi trabajo porque adoro los niños y la docencia; tengo alumnos de entre 6 y 28 años». La Escuela Hípica San Cosme es la que se hace cargo de iniciar a los más pequeños, y Establos Vigo se encarga más de la parte competitiva. Tres monitores ayudan a que los jóvenes alumnos vivan su iniciación en el mundo del caballo, y poco a poco van perfeccionando su rendimiento. «Además, tenemos un convenio con la Xunta por el que damos clases a alumnos con discapacidad y es muy gratificante ver su mejoría día a día».

Aunque los adultos también tienen cabida en el club vigués, Carlos subraya que su prioridad es la base. «Yo por lo que trabajo es por generar una buena base, luego ya llegarán los adultos. De enero a julio tuvimos 5.800 visitas escolares en el club y tenemos sobre 180 alumnos mensuales. Yo trabajo con entre 15 y 18 alumnos entrenando cinco días a la semana», destaca.

El salto -por tradición en Vigo- y el horseball -por ser un deporte en equipo y haber un gran nivel- son las disciplinas que más trabajan en el club, aunque Carlos subraya que los beneficios van más allá del deporte. «Los niños refuerzan su autoestima y ven que pueden conseguir objetivos a corto plazo». El deporte, la naturaleza y la familia, mano a mano.