Los microplásticos nos invaden

VIGO CIUDAD

Las depuradoras, y la de Vigo, menos, son poco eficaces para retener compuestos tóxicos que se depositan en la ría

19 sep 2016 . Actualizado a las 11:45 h.

En casa de los Díaz-Mayorga hoy es un día cualquiera, como cualquier día en cualquier casa de Vigo y nuestros amigos y vecinos van a hacer muchos de estos pequeños actos cotidianos incorporados a la rutina diaria. Pondrán la lavadora, quizás el lavavajillas, se duchan, se cepillan los dientes, se aplican alguna crema o potinguillo cosmético, en fin, nada extraordinario. Quizás no sepamos (me temo que a partir de ahora sí) que mañana a esta misma hora en la ría de Vigo estarán nadando cien mil microplásticos recién incorporados al ecosistema ¿Pero de donde han salido? Pues precisamente de nuestra casa, solamente de una casa. Una sola prenda de ropa sintética que metemos en la lavadora libera 1.900 microfibras de plástico, un solo cepillado de dientes aporta miles de microesferas de poliestileno, al igual que muchas cremas faciales y exfoliantes y así seguiríamos sumando hasta llegar a la cifra tremenda que, si a su vez la multiplicamos por la totalidad de las viviendas de Vigo nos daría un saldo total, siendo extraordinariamente optimistas, de 9.700.000.000 microplásticos diarios (en letra, nueve mil setecientos millones) vertidos a nuestra ría y que solidariamente a su vez, en buena parte, se repartirán por los mares del mundo.

Menos de 5 milímetros

Como su nombre indica, un microplástico es un trocito de material sintético muy pequeño a diferencia de los plásticos a secas, mucho más grandes y visibles. La línea que separa unos y otros se establece en los 5 milímetros, de ese tamaño para abajo entramos en el universo de los microplásticos que en su mayor parte son prácticamente invisibles a menos que tiremos de microscopio, pero que no se vean no significa que no existan, y cada vez en mayor cantidad. Existen todos estos tipos de microplásticos en el sentido original de su diseño y aplicación pero el problema se retroalimenta con los demás, pues todos los residuos plásticos por grandes que sean se van fragmentando gradualmente hasta convertirse en un aporte añadido a sus primos pequeñitos.

Su origen es terrestre, y cerca de las zonas urbanas del litoral es donde su presencia resulta y concentración es más elevada, pero ya han conquistado todos los océanos del mundo y desde el Ártico a la Antártida no existe un solo lugar en el mar donde no los encontremos incorporados a la columna de agua, aunque ese es el menor de los problemas.

Nuestras depuradoras, donde existen, son poco eficaces para retenerlos, y no digamos en casos como la de Vigo en este interminable ser o no ser, pero la naturaleza dispone de sistemas de filtrado más eficientes y así nos encontramos ahora mismo con una gigantesca ballena azul saliendo a respirar en mitad del océano Pacífico y un pequeño mejillón en las Cíes incorporando los microplásticos a su organismo.

En el 13 % de peces analizados

En mar abierto, el Instituto Español de Oceanografía ya encontró microplásticos en el 13 por ciento de los peces analizados y deducen, lógicamente, que en el interior de las rías la concentración será exponencialmente mucho mayor.

Esta es la principal preocupación de la comunidad científica, la capacidad que tienen los microplásticos como vector de entrada de compuestos químicos y orgánicos persistentes en la cadena alimentaria, a través de la que llegan ftalatos, el bisfenol a o los compuestos policromados.

Por si tenían alguna duda les confirmamos que, en efecto, son compuestos altamente tóxicos y bioacumulativos, es decir, que se quedan allí para siempre. Al final de esa cadena alimentaria ya saben quienes estamos. No digo más.

Evitar que sigan llegando al mar, es decir, no usarlos

El propio programa de Naciones Unidas de Medio Ambiente admite que, con la tecnología actual, no es posible eliminar los microplásticos de los océanos por lo que la única solución posible es evitar que sigan llegando al mar. A su vez la única posibilidad que existe para evitarlo es no utilizarlos.

Dicho así parece fácil pero la cuestión es más complicada, para empezar porque ni siquiera sabemos que tipo de productos que utilizamos cotidianamente los contienen y si existen alternativas. Están donde menos nos lo podamos esperar (como en una simple pasta de dientes) por lo que ser conscientes del problema y sus consecuencias es el primer paso. Informarse sería el siguiente paso. Para ello tenemos una primera herramienta útil en este enlace https://www.beatthemicrobead.org/pt/listas-de-produtos que nos permite conocer apenas la punta del iceberg y saber si algunos productos los contienen o no. Existen alternativas naturales, como las microarcillas, que sin duda sustituirán a los microplásticos cuando ustedes y yo nos pongamos de acuerdo y, juntos, les enviemos un mensaje claro a los fabricantes de esas marcas: si siguen utilizando microplásticos no compraremos sus productos. Así de fácil.