«Hicimos un libro imaginando cómo sería el cómic si no hubiera existido el cine»
VIGO CIUDAD
El guionista vigués reescribió parte de la historia de «Impresiones de la isla», que se presenta hoy en Vigo
17 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Pocas historietas tienen tanta historia como Impresiones de la isla, un cómic que dejó boquiabiertos a los lectores que disfrutaron de su estreno en los años 90. No se había visto nada igual, ni siquiera parecido, en el panorama gallego en auge de la viñeta. El guionista vigués Carlos Portela fue, junto al dibujante Fernando Iglesias, son responsables de aquel titánico trabajo que renace ahora de la mano de la Editorial Retranca. Sus autores lo presentarán hoy, sábado, a las 17.30 horas en la librería BD (calle Portela, 3) junto al responsable de la editorial, Kiko Da Silva. El guionista que se curtió con el Xabarín Club y ha sido responsable del devenir de Padre Casares, entre otras muchas ficciones audiovisuales, trabaja actualmente en una serie para la plataforma Netflix y reside en Madrid desde hace más de un año.
-Impresiones de la isla es un trabajo muy peculiar. ¿Por qué vuelve a salir ahora?
-Es un álbum que en su momento quedó inconcluso y aunque Fernando y yo intentamos continuarlo varias veces, nunca encontramos el momento adecuado. Además, empezó a llamar mucho la atención por lo extraño que era y, con el tiempo, varios editores nos llamaron para retomarlo, pero nosotros queríamos hacerlo de una manera especial, con una edición muy cuidada que dificultaba su salida por el encarecimiento de su producción y hasta ahora no ha podido ser.
-Después de tanto pensarlo, ¿quedaron contentos con la nueva edición?
-Ha sido impecable, desde el tipo de papel, las tintas, el tamaño de las páginas, la encuadernación... Es una joya. Yo ya le digo a la gente que no hace falta ni que lo lean, ¡Solo verlo ya merece la pena!
-Y sigue siendo una obra rara, porque la de Retranca tampoco es una reedición, ¿no?
-Efectivamente. No es ni una reedición ni una obra nueva. La verdad es que no sé cómo clasificarla. Hemos cambiado parte de las páginas originales que Iglesias ha redibujado y yo he modificado parte de los diálogos. Además, hemos añadido varias historias que son como una precuela. Se parece más a la estructura de ciertas obras literarias de vanguardia que a un cómic al uso. Encima, con el aspecto que tiene, que te remite a los tebeos de principios del siglo pasado.
-¿Buscaban esa estética?
-Sí. En realidad se basa en una idea que era imaginar cómo hubiese sido el género de la historieta si no hubiese interactuado con el cine. De ahí parte toda la estructura de las páginas. Es como un entretenimiento literario cercano a los experimentos del surrealismo o el dadaísmo.
-¿Por ejemplo?
-El espacio narrativo no es una sucesión de viñetas, sino que ocupa toda la página, como un espacio escénico. Tampoco se lee de izquierda a derecha y de arriba abajo. Exige un poco más del lector, pero es lo que en su momento llamó la atención.
-Parece más un juego, ¿no?
-Sí, es que en realidad es algo que hicimos en su día para nosotros, un ejercicio de estilo sobre el lenguaje y las estructuras que nos apetecía abordar. Lo sorprendente es que a la gente le encantó esta rareza absoluta que llegaron a definir como el ovni de los 90 o el tebeo más raro de toda la década. Ahora puede parecer más normal porque se mira mucho hacia los pioneros de la historieta. Impresiones de la isla se ha convertido en un clásico atemporal porque su estilo no está asociado a una época concreta.
-El argumento que quedó inconcluso, ¿se completa ahora?
-Sí, tenemos claro el final. Después de la primera edición se publicaron tiras en la prensa que hemos recuperado.
-¿Cómo es su nueva etapa en Madrid?
-Estoy trabajando con la productora Bambú. Primero estuve escribiendo y ocupándome de la producción ejecutiva de la serie Bajo sospecha y ahora estoy con la segunda temporada de Velvet y al mismo tiempo preparando Las chicas del cable, que es un encargo para Netflix.
-¿El traslado le ha servido para darse un respiro con la ficción audiovisual gallega?
-No, porque sigo haciendo cosas en Galicia, donde se trabaja muy bien.
-En general es un momento muy bueno para las series, ¿no?
-Sí. Han mejorado mucho y la productora Bambú es una de las que más ha influido en que se hayan enriquecido, así que es una suerte estar aquí.
-Hay tanta demanda de historias que se las quitarán de las manos...
-Pero también hay más competencia y el mercado es internacional. Un buen guion es la base de todo y no vale cualquier cosa.
-Para Galicia, ¿qué ha hecho últimamente?
-Además del final de Padre Casares, la serie Hospital Real y algo nuevo que aún no puedo decir.
-¿Ha contabilizado alguna vez a cuántos personajes ha matado?
-Ni idea, pero muchos. A veces te entran dudas. Por ejemplo, en Padre Casares se barajó matar a don Crisanto, pero luego pensamos que era más bonito dejar el final abierto y pensar que la vida sigue, en vez de irte de mal rollo. Lo cierto es que es una faena cargarte a alguien cuando llevas mucho tiempo en una serie y conoces a los actores, que a veces son amigos. Pero tiene que primar la historia y es mejor cerrarla cuando está bien en vez de dejarla morir de inanición.
El libro. Camaleón Ediciones publicó en 1993 la obra.
El nuevo libro. Retranca Ediciones asumió el reto de ofrecer una nueva versión con un diseño al gusto de los autores, que querían rehacer un libro especial.