Ojos que no ven, escultura que no siente

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vázquez

Varios monumentos de Vigo llevan cuatro meses con vendas en la cabeza de las figuras

09 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

«Haz lo que quieras pero no me toques el Dinoseto» podría ser el lema que resume la política municipal respecto al mantenimiento de los monumentos y esculturas que pueblan Vigo.

Sirva como último ejemplo flagrante el estado de la estatua de Los Rederos, ubicada en la Gran Vía, y la de García Barbón, en la glorieta de Isaac Peral. Ambas formaron parte de una acción solidaria organizada por el colectivo Enki que, según explicó en su día la presidenta de la fundación Abrente, Carmen Touza, en la presentación de la iniciativa, se trataba de que los ciudadanos se pusieran en el lugar de las personas invidentes. Para ello vendaron los ojos de las figuras de varios monumentos locales. Además de los dos mencionados, cinco más formaron parte de la iniciativa, pero mientras de las demás desaparecieron, en ambas persiste la huella de un acto puntual que tuvo lugar hace cuatro meses. En todo este tiempo, a nadie le ha chocado que los siete fornidos hombres de bronce que tiran de una redes esculpidos por Ramón Conde lleven un trapo verde sobre la cabeza desde mayo. Ni que la del prócer local, José García Barbón haya acabando amordazando la figura del mecenas.

El Dinoseto también fue objeto del vendaje, pero el paño que cubría los saurios ojos se retiró enseguida para proseguir con el masivo éxito del arbusto, el más fotografiado de la ciudad en los últimos tiempos.

En definitiva, la iniciativa destinada a sensibilizar sobre las diferencias funcionales de Enki no parece compatible con las actuaciones encaminadas a respetar el arte urbano.

La falta de mantenimiento es manifiesta también en otros puntos emblemáticos del patrimonio de la ciudad, como el Castillo de O Castro, que además de recibir a numerosos turistas y vigueses que redescubren la zona alta del Casco Vello, empieza a consolidarse como nueva zona para el botellón y es visible la suciedad que se acumula en el jardín y sobre las murallas con vistas a la ría de Vigo o la garita reconvertida en urinario que nadie limpia jamás.

El arte público ha sido objeto en múltiples ocasiones de acciones vandálicas. La escultura del vendedor de periódicos de la calle del Príncipe ha perdido el dedo y la mano en varias ocasiones. El último caso es bien reciente, ya que la exposición de fotografías de gran tamaño de Javier Teniente colocada en la misma vía, tuvo que ser finalmente retirada tras varios ataques en el que varios gamberros destrozaron las piezas. El Concello de Vigo descartó poner vigilancia, aunque sí lo hizo para que miembros de la Policía Local custodiaran por turnos durante semanas enteras, cajas de cartón vacías del decorado navideño.