El señuelo de los semáforos de Areal

Juan Manuel Fuentes Galán
juanma fuentes VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vazquez

Los pulsadores engañan al viandante: están fuera de servicio, pero nada lo indica

04 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La calle Areal tiene un importante flujo peatonal, especialmente su acera derecha, donde se encuentran los edificios. Muchos de los viandantes, con niños, cruzan al lado contrario por diversos motivos. Principalmente, con niños para acudir a los jardines lindantes con el puerto o también a la estación de tren de Guixar.

Para hacerlo existen varios pasos peatonales, tres de ellos regulados con semáforos dotados de pulsador. Es un mecanismo habitual en Vigo y en casi todas las ciudades. Su objetivo es materializar la prioridad del peatón y reducir el ciclo de los coches. Esto es, activar con mayor rapidez el paso de paseantes y que sea el coche el que espere.

Sin embargo, estos tres semáforos tienen truco, y la comprobación es sencilla. No hay más que acudir allí, chequear el tiempo de duración de cada fase (más o menos, un minuto para vehículos y 20 segundos para paseantes). Tras obtener el dato, esperar a que el semáforo se ponga rojo para los que van a pie y apretar el pulsador.

¿Y que ocurre? Pues que hay que seguir esperando un minuto para poder cruzar, y lo mismo da que se pulse a los 15 segundos, a los 30 o los 45. El minuto es irrecortable, confirmando así que se trata de un señuelo.

Truco perfecto

Obviamente, los que lo utilizan no se percatan. A veces ni se dan cuenta de que existen o lo hacen tarde y, simplemente, cruzan cuando llega el momento. Además, es una calle ancha, cuatro carriles para el tráfico más sendas filas de estacionamiento para coches, una en cada lateral. Por tanto, cruzar a lo montuno representa un gran riesgo.

El primer semáforo en el que realizamos la prueba está frente al edificio municipal de Areal, antiguo Rectorado y ahora utilizado esporádicamente por el Concello. Un edificio noble esquina a la calle Oporto, un punto donde siempre hay peatones. El semáforo es nuevo, de líneas rectas, lo último en modernidad. Cuenta con un pulsador discreto, es cierto, y sin letrero que indique su función, pero no es necesario. Todo el mundo sabe para que sirve, en este caso, para nada. Los usuarios lo pulsan, o no, y el resultado es el mismo. Eso sí, es una engañifa democrática: si se cruza al otro lado ocurre exactamente lo mismo con el pulsador de enfrente. Tampoco funciona.

Un panorama similar se presenta en el semáforo más próximo, frente al número 78 de la calle. Es igualmente de la misma hornada de diseño y programado también para que el pulsador anote las huellas digitales del que lo utiliza, no para que el peatón cruce antes y el minuto de espera se acorte.

Unos metros más allá hay un tercer caso de engañifa, y esta vez más elaborada. Se trata de un semáforo de los de siempre, verde, de tubo redondo y líneas curvas, situado frente al número 138 y con el edificio de la estación ferroviaria del otro lado. Y el pulsador tampoco es moderno y discreto. Al contrario, llamativo y con letrero. Sin embargo, su función es la misma que los otros dos: hacer creer a los peatones que los responsables de la circulación en la ciudad les dan preferencia efectiva, y no teórica, a la hora de cruzar la calle. Pero ni mucho menos: se trata de una ilusión de quien así lo piensa. Un timo para incautos.

 

El otro modelo: solo pasan coches salvo que el peatón solicite cruzar

En distintos puntos de la ciudad, normalmente en vías de elevada densidad circulatoria de vehículos y pocos peatones, el Concello ha instalado semáforos con pulsadores que sí funcionan. Permanecen en verde para los coches y rojo para paseantes. Si uno de estos solicita paso, se cierra para los vehículos y pueden cruzar. Mientras, solo hay tráfico abierto para automóviles.

El ejemplo más claro es la avenida de Beiramar, amplia avenida que supera los 40.000 vehículos diarios. Los hay junto a la calle Coruña o en el número 155, delante de Astilleros Freire. Ya en Bouzas, pasada la rotonda frente la Liceo Marítimo. En otros sitios, delante de los Jesuitas, en la calle Sanjurjo Badía, donde el paso es instantáneo. También en la avenida del Aeropuerto 275, con muchos coches y escasísimos peatones.

Cambiar fases complica el tráfico

Salvo que sea un despiste, que todo es posible, el responsable de instalar semáforos con pulsadores que no funcionan ha primado la circulación motorizada sobre la peatonal, pero a la vez busca que el viandante no se entere. Si los pulsadores sirvieran para algo, regular el tráfico sería más complicado. Resulta evidente. Los coches tendrían que parar antes y, salvo que ocurriera en todos los semáforos de la calle, dejarían de estar coordinados.

Aceptando esta premisa, lo inentendible es que se coloquen pulsadores sin utilidad. En otros casos (en la vecina García Barbón, en la zona actualmente sometida a obras de humanización) hay algún semáforo moderno, como los de Areal. Y aquí el Concello lo ha tenido claro: las fases para coches y peatones son inamovibles. Pero lo ha hecho oficial y los semáforos carecen de pulsadores.