Las Cíes podrían llegar a ser patrimonio mixto (II)

Antón Lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO CIUDAD

Lo lógico es que Xunta, Gobierno y Unesco protejan todas las Islas Atlánticas

08 ago 2016 . Actualizado a las 11:09 h.

Sin paciencia y perseverancia no hay ecologismo posible, así que hoy proponemos cerrar el asunto del patrimonio mundial de las Cíes versus parque nacional tomando como punto de partida la que debería ser la pregunta inicial: ¿Y esto, para qué? Una metodología eficiente que se utiliza en los procesos de participación pública (esos que por ley deberían aplicarse en este caso) consiste en no discutir las cuestiones sobre las que existen acuerdos y detenerse para buscar el consenso cuando llegan las discrepancias.

Para empezar convendría clarificar la confusión frecuente entre los espacios protegidos. Un parque natural es una protección de ámbito autonómico, en la que se protegen espacios singulares por sus valores naturales sin una visión excluyente (muchos sitios similares pueden ser parques naturales). Que en 1980 se considerasen los espacios más singulares y amenazados de Galicia el Monte Aloia y Cíes era bastante discutible, pero menos da una piedra y bienvenidos fueron.

Un parque nacional tiene una perspectiva ecosistémica y un ámbito estatal (aunque las competencias sobre su gestión ahora corresponden a las comunidades). Son áreas más extensas, que implican a varios ayuntamientos, provincias e incluso comunidades autónomas, en las que se incluyen los ecosistemas más representativos y amenazados y se protegen los que se consideran de mayor valor. Aquí reside la diferencia fundamental: el rango de protección. Que las Cíes pasaran en 2002 a ser parque nacional aumentó, o debería haber aumentado, su protección. De la misma forma añadir a dicha figura a Ons, Sálvora, Cortegada e incorporar ese 8 5% de la superficie protegida total que es área marina reconocía a todas las islas y su entono la misma importancia y la máxima figura de protección.

¿Y esto para qué? La respuesta nos la facilita el propio Ministerio de Medio Ambiente: «El objetivo básico de todo Parque Nacional es asegurar la conservación de sus valores naturales. Se trata pues de una figura de protección que lleva aparejado un régimen jurídico especial al objeto de asegurar esa conservación». ¿Pero la divulgación y la investigación no son parte de esos objetivos? Por supuesto que sí, y así se contemplan, pero en segundo y tercer lugar en el orden de prioridades y siempre que sean compatibles con el objetivo fundamental, el primero: la conservación.

Ahora llegamos a la última fase: la declaración como patrimonio de la humanidad. Nuevamente la pregunta pertinente: ¿Para qué? Veamos qué dice la Unesco, de quien depende el asunto en los principios de la convención sobre el patrimonio mundial: «Cada uno de los Estados Partes en la presente Convención reconoce que la obligación de identificar, proteger, conservar, rehabilitar y transmitir a las generaciones futuras el patrimonio cultural y natural situado en su territorio, le incumbe primordialmente». La coincidencia es coherente y otra vez el objetivo fundamental es proteger y conservar. Si realmente nos creemos que el objetivo fundamental es la conservación debería resultarnos preocupante asomarnos a las hemerotecas y videotecas. Siendo extraordinariamente generosos, por cada diez veces que escuchamos las palabras turismo, visitantes, promoción, escuchamos una vez y de pasada la palabra conservación (la investigación ya ni se menciona). Esa inmensa desproporción de diez a uno nos invita a volver a preguntarnos: ¿Realmente nos creemos que el objetivo fundamental de todo esto es la conservación? Por competencias, el Concello remitirá (cuando el alcalde lo crea oportuno) su propuesta a la Xunta, que a su vez lo remitirá al Ministerio de Cultura, que a su vez la presentará ante la Unesco para su inclusión inicial en la lista provisional de candidaturas.

La Xunta manifestó que consideran pertinente la declaración para todo el parque nacional. El Ministerio de Cultura remitirá la propuesta al de Medio Ambiente, que, por coherencia, de la misma forma que en su día incorporaron como parque nacional al resto de islas sería raro que retrocedieran cuarenta años en su criterio de protección. A su vez, la Unesco, siendo la candidatura para patrimonio natural, remitirá la propuesta para someterla a evaluación a su órgano consultivo para estos menesteres, la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza). Llamándose así ya se pueden imaginar lo que prioriza, o debería, dicha entidad.

¿Y todo esto para qué? Nuestra respuesta a esa pregunta inicial es sencilla, sin agendas ocultas ni oscuros intereses. Una declaración de patrimonio mundial, a efectos prácticos, implica poco más que un compromiso moral para la conservación (la UNESCO se cuida mucho de meterse en jardines con las políticas de cada estado) pero por muy moral que sea, y creyendo que la conservación es el objetivo fundamental, cuanto más mejor. ¿Y el protagonismo de Vigo? La Unesco dice que estos lugares «pasan a ser reconocidos por todos los pueblos del mundo, independientemente del territorio en el que estén localizados». ¿nos lo creemos? Entonces mejor todo el parque nacional, y más.

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