El único comedor social abierto se abarrota

María Jesús Fuente Decimavilla
maría jesús fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Joseba Cuña

El Banco de Alimentos le entrega 250 kilos de comida cada día al centro de la calle San Francisco

04 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La congregación lo veía venir. El comedor de la Esperanza, situado en el número 69 de la calle San Francisco, muy próximo a O Berbés, está a rebosar. Al cierre del servicio de la Misión del Silencio a mediados de julio, se sumó el pasado lunes el de La Sal de la Tierra. «Se nota mucho que estamos solas ahora, se hace más cola a pesar de que vamos rotando. A medida que unos se levantan de la mesa se van sentando otros para aprovechar al máximo el tiempo», comenta una de las Hijas de la Caridad que regentan este comedor del Casco Vello. Calcula que en la actualidad dan el almuerzo a unas 170 personas, y eso, dice, que muchas en verano se trasladan a otras ciudades para cambiar de albergue o, simplemente, de aires.

A paliar tanta necesidad contribuye de forma decisiva el Banco de Alimentos con la entrega de 250 kilos de comida cada día. La mayoría procede de las llamadas mermas de supermercados. Se trata de productos perecederos que se encuentran en perfectas condiciones para el consumo. Si no se ponen a la venta es simplemente por algún detalle, más que nada de apariencia. La procedencia suele ser en la mayoría de las ocasiones El Corte Inglés, Carrefour y Alcampo.

El Banco de Alimentos procura recabar en julio el doble de lo habitual para evitar que en agosto queden desabastecidas este tipo de organizaciones.

El bum de comensales en San Francisco coincide con el menor número de voluntarios con motivo de las vacaciones estivales. Algunos son estudiantes y otros jubilados o personas desempleadas que se ofrecen a colaborar por temporadas.

La puerta del comedor de la Esperanza permanece abierta durante una hora a partir de las 12.15. Después ya no admite más gente, aunque lo habitual es atender a todo el que lo solicita. Para ello sus responsables procuran agilizar al máximo el trabajo. No obstante, son numerosos los usuarios que a mediodía se arremolinan en la puerta por temor a quedar sin alimentos. «Atendemos a hombres y mujeres procedentes de muchos sitios, los hay de diferentes países», comenta la religiosa. «La comida habitual es a base de verduras, legumbres... En general, variado», añade.

Tanto el comedor de la Misión del Silencio, situado entre las calles Urzaiz y Cervantes, como el de La Sal de la Tierra (Manuel de Castro, 9) han cerrado sus puertas durante un mes. El primero abrirá de nuevo el día 16 y el segundo lo hará el 5 de septiembre. En ambos casos la interrupción del servicio tiene como fin remozar las instalaciones tras un año duro en el que han atendido a numerosas personas. La media diaria de los primeros seis meses del año ha sido de 130, entre las dos dependencias.

Los fines de semana es Vida Digna la que acoge en su comedor social de Purificación Saavedra (Teis) en torno a 150 personas. Suele poner el cartel de completo al coincidir con el descanso del resto. Esta oenegé reparte también bolsas con alimentos, igual que otras organizaciones como AFAN.