Del Santo Cristo al San José

Eduardo Rolland
Eduardo Rolland VIGO / LA VOZ

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Parecidos razonables y diferencias entre los galeones de Rande de 1702 y el pecio de 1708 descubierto en Colombia

01 ago 2016 . Actualizado a las 10:07 h.

Fue mucho más que un hallazgo arqueológico. Desató debates jurídicos, políticos, históricos y económicos. Hace menos de un año, el gobierno de Colombia anunciaba la localización del pecio del San José, un galeón hundido por los ingleses en el Caribe en 1708. Durante siglos, su tesoro alimentó su leyenda. Llegó a decirse que con su oro podría pagarse la deuda externa colombiana de un plumazo.

Durante décadas, protagonizó también pleitos con los cazatesoros. Pero el caso, sobre el que han corrido ríos de tinta, cuenta con parecidos razonables con los galeones de la batalla de Rande. Y en especial con el mítico Santo Cristo de Maracaibo, hundido en 1702 frente a las islas Cíes con las bodegas llenas de riquezas.

Hablamos de Santo Cristo de Maracaibo solo para representar a todos los galeones de Rande. Como es sabido, sigue abierta la discusión para determinar la identidad del buque. Su historia, narrada por los ingleses, es muy brumosa. En la Cámara de los Lores, a los pocos meses del combate, se llegó a discutir la existencia de esa nave. Algunos creían que su presunto hundimiento solo era un subterfugio de los mandos de la flota para quedarse con parte del botín.

El primer paralelismo entre el San José y los galeones de Rande es el destino de su tesoro. En ambos casos, las riquezas transportadas eran vitales para el primer Borbón, Felipe V. El monarca necesitaba fondos para sufragar la Guerra de Sucesión y pagar las deudas con su tío, el Rey Sol, Louis XIV de Francia. La diferencia, en este caso es la naturaleza del tesoro. En Vigo, era mayoritariamente plata. En el Caribe, eran casi 200 toneladas de oro, plata y esmeraldas. En Vigo, el tesoro era muy diferente, formado casi en su totalidad por plata, procedente de las minas de Potosí.

La ruta era similar. Aunque los galeones de 1702 fueron hundidos en la ría de Vigo, mientras que el San José fue atacado al abandonar Portobelo. En ambos casos, había una escolta francesa pero en ninguno funcionó. En Vigo, la flota de Chateau-Renault fue aplastada. En el Caribe, la escuadra de Duquesne no pudo hacer nada para salvar a los galeones españoles.

El espionaje fue vital en ambas batallas. Con los Galeones de la Plata de 1702, un aviso advirtió a la flota en las Azores de que Cádiz estaba sitiada. Y se dirigieron a Vigo. Más tarde otro chivatazo permitió al almirante George Rooke saber que españoles y franceses se refugiaban en Rande. En 1708, el espionaje también favoreció a los ingleses. El capitán inglés Charles Wager fue avisado de que el San José había zarpado de Portobelo y era una posible presa.

San José y Santo Cristo comparten leyenda. Hace años que en Colombia se sueña con el San José para sanear la economía. Y las palabras del presidente Juan Manuel Santos alentaron a los soñadores: «La información es secreto de Estado».

También comparten el San José y los galeones de Vigo una historia de pleitos con los cazatesoros. En Rande, se sucedieron las empresas para rescatar la presunta plata hundida. Solo entre 1723 y 1747, diecinueve compañías probaron fortuna en la ensenada de San Simón. La última, hace diez años, con la empresa alemana San Simon GmbH, un extraño consorcio que decía poder ofrecer a la Xunta 310 millones de euros por los derechos.

En el Caribe pasó otro tanto. En 1982, la empresa Glocca Morra Company dijo haber hallado el San José. La Dirección General Marítima de Colombia firmó un acuerdo, por el que le cedía el 50% de lo encontrado. Pero la empresa revendió los derechos a la estadounidense Sea Search Armada. Hubo un cruce de demandas, hasta que la Corte de Apelaciones dio la razón a Bogotá en 2011. Ahora, el debate es con el Reino de España y la propiedad del pecio.

La gran diferencia entre el pecio del Caribe y el de Rande es que allí, cañoneado por el Expedition se hundió un buque cargado de tesoros. Y en Vigo, tras la evacuación de la plata en carros hacia la Meseta, no hay nada. Solo una formidable leyenda.