Mejor que Dinoseto enseñe a generar menos basura

Antón Lois AMIGOS DA TERRA VIGO@TIERRA.ORG

VIGO CIUDAD

cedida

Aprender a minimizar el problema siempre es mucho mejor que esforzarse en buscar soluciones

20 may 2016 . Actualizado a las 17:13 h.

Así de golpe, cuesta encontrar la relación entre Dinoseto y la gestión de los residuos urbanos de Vigo. Y a su vez, cuesta pensar en la infancia como gestores de dichos residuos. Pero, Concello mediante, todo puede encajar. Esta semana se anunciaba el inicio de una campaña escolar para concienciar a niños y niñas sobre la problemática de la cosa residual en el que el simpático arbustosaurio será el protagonista.

Unos 3.500 escolares de 43 colegios participarán en esta iniciativa, que se desarrollará durante los meses de abril (sic) aunque se presentó el pasado martes, por lo que incluirá, suponemos, viaje espaciotemporal, mayo y junio. Ante todo corresponde la sincera felicitación al alcalde (como suele ser habitual tratándose de un asunto ambiental la concejala responsable no estaba en la foto) y empresas implicadas.

En Vigo no sobra ninguna campaña de educación ambiental. Por el contrario, faltan muchas, por lo que bienvenidas sean. El problema es que discrepamos en los objetivos. La idea central es que niños y niñas aprendan perfectamente qué tipo de residuo se deposita en cada contenedor. No parece muy difícil diferenciar una lata de una monda de plátano y, a su vez, encontrar su ubicación correcta entre las cuatro posibles, pero si pensamos en que algo parecido sucede con las papeletas electorales, con las que también cuesta acertar cual es la correcta para depositar en la urna y luego pasa lo que pasa, quizás el cursillo sea pertinente.

La duda es ¿debería ser ese el objetivo fundamental de una campaña de educación ambiental sobre nuestros residuos? Nuevamente buscamos soluciones a los problemas en lugar de evitar los problemas.

No se dice nada de lo que debería ser el objetivo fundamental: la reducción de residuos, la primera de las tres erres y educar para no producir residuos (reutilizar y reciclar vendría después). Ejemplos concretos.

El verdadero ahorro

Si estos 3.500 niños y niñas se adelantaran en un par de años a las directivas europeas (cosa que no hacemos la mayoría de adultos) y dejaran de utilizar bolsas de un solo uso nos ahorraríamos tener que llevar cada año 833.000 bolsitas al contenedor (amarillo). Si estos niños y niñas no consumieran refrescos en lata el ahorro en desplazamientos al contenedor (amarillo) sería de 595.000 latas. Si estos niños y niñas optaran por envases reutilizables en lugar de botellas de plástico cada año nuestro contenedor (amarillo) recibiría 332.500 botellas menos.

No digamos si en una situación ideal se redujeran los envases de tetrabrik, que representaría ahorrarnos depositar en el contenedor (otra vez amarillo) unos 476.000 cartoncillos anuales. Puestos a reducir no está mal lo que podrían conseguir nuestros 3.500 niños y niñas respecto a un solo contenedor, y no digamos si convencen a sus familias.

Por otra parte, ya puestos a convertir a niños y niñas en gestores de residuos y encargarles la responsabilidad de facilitar el proceso de reciclaje mediante una disciplinada separación en origen y su correcto depósito en el contenedor adecuado, en definitiva facilitarles el proceso a las empresas encargadas del asunto, ya podrían darles una paguita, o al menos hacerles una rebajita en la factura. Por aquello de colaborar todos.

Lamentablemente sobre lo fundamental, reducir la huella ecológica y el impacto ambiental, no se dice nada en la campaña recién inaugurada, pero finalmente no podemos olvidar al protagonista de la misma. A las muchas responsabilidades institucionales que acumula el pobre Dinoseto se le suma ahora el papelón de hacer de educador ambiental. Es comprensible que la pobre criatura se esté quedando en el chasis, literalmente.

Si en esos 43 colegios, por ejemplo adhiriéndose al programa que desarrolla la Diputación, se iniciaran proyectos de compostaje comunitario conseguiríamos evitar que 1.100 kilos de residuos orgánicos terminasen anualmente en el contenedor (en este caso el verde).

Además del ahorro conseguiríamos algo relevante para nuestro querido arbustosaurio: un abono orgánico de excelente calidad que, entre otras muchas aplicaciones, podría servir para devolverle su aspecto lozano y saludable y que, de paso, no tendríamos que comprar como hacemos ahora.

Somos conscientes, hasta ahí llegamos, de que a una empresa que se dedica a la gestión de residuos y a otra que suministra los respectivos contenedores lo que les interesa a efectos de facturación es que la generación de residuos aumente, pero entendemos menos que un Concello (es decir todos nosotros), que paga más cuantos más residuos produce, no asuma como prioridad la reducción de los mismos. Y lo que no entendemos en absoluto es que ni unos ni otros comprendamos todavía que es nuestro planeta el que no puede soportar este ritmo enloquecido e injusto de consumo de materias primas, gasto energético y producción de residuos. Precisamente pensando en esos niños y niñas deberíamos hacérnoslo mirar.