En tiempos de lobos sucios

Eduardo Rolland
Eduardo Rolland VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Sergio Casal dirigió Lobos sucios, que narra la historia de las minas gallegas de wolframio.
Sergio Casal dirigió Lobos sucios, que narra la historia de las minas gallegas de wolframio. josé pardo

El estreno de la película de Sergio Casal recuerda la época en la que el wolframio fue un negocio, también en la ría de Vigo

18 abr 2016 . Actualizado a las 11:06 h.

El estreno de Lobos sucios, la película del gallego Sergio Casal, ha traído a la actualidad la fiebre del wolframio que se desató en Galicia durante la II Guerra Mundial. El filme narra la historia de dos mujeres que viven el momento terrible en que los nazis se hacen con varias minas gallegas, en buena parte con la colaboración de testaferros locales.

El wolframio, también utilizado como tunsgteno para el filamento de las antiguas bombillas, es un metal de gran dureza, empleado por los ejércitos de Hitler para el blindaje de sus carros de combate o para endurecer sus obuses. Y, con la anuencia de la dictadura de Franco, vinieron a buscarlo a Galicia, una de las escasas regiones del globo donde puede hallarse este mineral en el subsuelo. Para la gente del común, en las aldeas donde las explotaciones se pusieron a pleno rendimiento, aquellos años fueron una experiencia increíble. Hubo trabajadores presos en régimen de esclavitud, hubo empresarios que se hicieron millonarios, hubo poblados de oportunidad, dignos de la fiebre del oro en Alaska, y hubo en general una historia que sacudió el confín de Europa mientras el mundo se desangraba en su guerra más letal.

En Vigo, perduran testimonios de la era del wolfram. Bajo el puente de Rande, una vieja estructura de hormigón nos trae recuerdos de las actividades nazis en Vigo durante la II Guerra Mundial. Se trata del cargadero de Rande, vinculado al alemán Friedrich Wilhem Cloos, establecido en Monforte de Lemos para explotar las minas de hierro de Freixo, en Marcelle. Su empresa, abastecedora de Hitler, se llamaba Minerales de Hierro de Galicia, S.A.

El industrial alemán, a quien conocían como don Federico Guillermo, decidió exportar el mineral por mar y escogió el estrecho de Rande como el mejor punto en la línea férrea entre Ourense y Vigo. Así se levantó una base de hormigón, que aun hoy está en pie, y una larga estructura metálica, ya desaparecida.

Ya en el período de entreguerras comenzó la exportación. En 1926, el vapor Estoril hizo el primer cargamento. Se conserva en el archivo Pacheco una foto del embarque de estas primeras doscientas toneladas. Aunque llegado durante la República de Weymar, Don Federico Guillermo enseguida abrazó el ideario nazi, y agasajaba a sus amistades en toda Galicia con ejemplares en castellano de la obra germinal de Hitler: Mi lucha.

En Vigo, comenzaron a operar más tarde empresas del consorcio Sofindus (Sociedad Financiera e Industrial), un conglomerado de bancos, aseguradoras, minería y navieras, participado por capital nazi y con la principal misión en Galicia de controlar la extracción y transporte de volframio. Dos fueron las grandes empresas tapadera alemanas dedicadas al volframio, ambas domiciliadas en Vigo: Estudios y Explotaciones Mineras Santa Tecla, S.A., fundada con un capital de 12 millones de pesetas. Y Montes de Galicia, S.A., con yacimientos sobre todo en la provincia de Ourense: Vilanova, Casaio, Vilardecervos o Ribadavia ... El profesor Abel Losada, de la Universidad de Vigo, afirma que con el volfamio se desató una «guerra económica». Emplea así las propias palabras del entonces embajador de los EE.UU. en España durante la II Guerra Mundial. En sus memorias, publicadas en 1946, Míster Hayes afirma: «No creo haber oído hablar del wolframio hasta que llegué la España. Pero de todas maneras, pronto supe qué era. Todos los de la embajada lo convertimos en un tópico de parloteo durante el día y más de uno de nosotros soñábamos con él durante la noche». Hayes concluye que fue «la guerra económica en acción».

Los aliados boicotearon el tráfico de volframio hacia Alemania haciendo «compras preventivas» para subir los precios. Antes de la guerra la tonelada de volframio costaba 20 dólares. Al comienzo de la contienda, en 1939, ya valía cinco veces más: 100 dólares. En 1943, subía de los 270 dólares, catorce veces más. La historia del cargadero de Rande termina con la propia guerra. En 1944, el Departamento de Estado de los EE.UU. incluye Minerales de Hierro de Galicia en su lista negra, como también a Otto Gerdtzen, propietario de la llamada Fábrica del Alemán, también en San Simón, donde hoy está el museo Meirande.

Don Federico Guillermo no fue detenido. Murió en el año 1949 en Monforte de Lemos y fue enterrado en Vigo, porque en su villa no había cementerio civil. Su tumba puede visitarse en Pereiró. El cargadero fue desmontado y vendido como chatarra años más tarde. Quedan sus ruinas bajo el puente de Rande.

Y el recuerdo de la fiebre de wolframio que sacudió Galicia durante la II Guerra Mundial. La misma que ahora nos devuelve a la memoria la película Lobos sucios.

eduardorolland@hotmail.com

En aquellas minas se emplearon trabajadores presos en régimen de esclavitud