«Hay que apoyar las salas de conciertos medianas porque son las que crean cultura»

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Zósimo López está vinculado a la universidad y también trabajó en promotoras de conciertos.
Zósimo López está vinculado a la universidad y también trabajó en promotoras de conciertos. xoán soler. < / span>

El investigador analiza en un estudio el negocio de la música en Vigo desde el posfranquismo al año de Prince y Madonna

02 abr 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El compostelano Zósimo López Pena es el autor de una tesis que analiza quince años del negocio de la música en vivo, entre 1975 y 1990, tomando Vigo como referencia. El investigador, aunque licenciado en Filología Hispánica, realizó este estudio después de que en el 2009 empezase a trabajar en el sector de las promotoras de conciertos y un año más tarde realizase un máster en comunicación e industrias creativas en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la USC.

-¿Por qué elige esas fechas para el estudio?

-La investigación surge de una propuesta de mi tutor, el profesor y músico Xaime Fandiño. Abarca esa época porque arranca en el año de la muerte de Franco y va hasta las actuaciones de Prince y Madonna en A Coruña y Vigo, el mismo día y a 200 kilómetros de distancia. O también llamado ?el día en que Galicia pierde 300 millones de pesetas por no ponerse de acuerdo entre todos?.

-¿Es que a partir de 1990 hay un gran cambio?

-Un cambio total. A partir de ahí, de repente empiezan a llegar los xacobeos, hay dinero por todas partes para traer a estrellas mundiales y la gente pierde interés en la programación de calidad y se fija más en fuegos artificiales. Los macroconciertos llegan sin dar tregua y se institucionaliza que tienen que ser las administraciones públicas las que deben subvencionar estos eventos de cachés desproporcionados por los que además no se piden explicaciones, ni por qué se trajo a tal cantante ni cuanto costó o por qué se pagó tanto.

-¿El análisis es más económico que cultural?

-Lo centro en el negocio, en saber cómo la gente se gana la vida con esto, ya no solo artistas sino sobre todo oficios intermedios que lo rodean, el mánager, el agente, los técnicos... son profesiones que no están profesionalizadas. Tú no puedes tener un título de mánager ni forma académica de acceder a ello y sin embargo siempre existió esa figura que fuera de España está reconocida, es un trabajo estable y socialmente considerado y aquí, no.

-La base para su trabajo fue la prensa. ¿Cómo abordó esa tarea?

-Con mucha paciencia. Han sido ocho horas diarias durante año y medio de hemeroteca peinando un total de 7.608 ejemplares de diarios locales localizando 380 salas. Una segunda fase fue el acopio de material audiovisual. Cuando empecé a buscar financiación no tenía ninguna beca para poder dedicar este tiempo al estudio, ya que aunque parezca que no, resulta que los investigadores ¡también comemos!

-¿Continúa en ese camino?

-Lo intento, aunque yo ahora soy un profe que trabaja para una universidad española escribiendo contenidos de lengua y literatura, es decir, libros de texto. Paradójicamente es lo que me da dinero para continuar mis investigaciones en el ámbito del negocio de la música popular en Galicia, donde hay mucho que hacer porque no hay nada escrito, ni informes ni datos contrastados. Y de esta forma las administraciones públicas se desentienden y pueden variar lo que quieran.

-¿En Vigo cuándo fue la mejor época para las salas?

-Cuando hubo más salas profesionalizadas fue entre los 70 y 80. Ahora hay más sitios medianos, tipo La Iguana, que son realmente los lugares que hay que primar porque gracias a ellos el público tiene un primer contacto con los músicos y desde el punto de vista del productor y del intérprete, el primer contacto profesional también se produce en un espacio así, no en un estadio de fútbol. Hay que fomentar el negocio independiente de salas de pequeño y mediano aforo. Eso es lo que nutre la ecología musical de una ciudad. La industria cultural tiene que generar riqueza, si no, no se crea cultura. Es un círculo.

-¿Como sala profesionalizada, Nova Olimpia sería el mejor ejemplo?

-Sí. Fue un modelo de negocio musical donde había un director, un programador, relaciones públicas camareros, músicos contratados de forma estable... un negocio serio y relativamente respetado. Cuando llega la modernidad, llega el alcalde Soto y la movida, desaparecen de un plumazo las salas de fiestas y cabarés del entorno de Vigo. Las salas cambian su licencia a discoteca, lo que implica el despido de los músicos e implica el cambio de otras pautas de comportamiento del consumidor, por ejemplo, el público empieza a acudir a locales de la comarca que sí tienen música en directo.

-¿La movida lo estropeó?

-No. Por un lado va la industria de la cultura y por otra el entretenimiento. La cultura implica experimentación. La movida fue muy buena para la cultura, pero no aportó muchos puestos de trabajo. El modelo cambió. Locales como el Kremlin, la Kama o Vanitas son el germen de lo que hoy son espacios como La Iguana de Vigo o la Capitol de Santiago, salas con sonido profesional y programación estable y cuidada.

-¿Y cómo se refleja el cambio en la prensa?

-En los 90 y desde 1986, los promotores llaman al periodista para que escriba durante una semana sobre tu concierto. Se dan datos de vatios, cuántos camiones y toallas, el caché... un esquema que aún hoy sigue vigente. De ahí para atrás no se contaba nada. Cuando iba a tocar un artista, se ponía un anuncio pagado: «Camilo Sesto toca en tal sala tal día». Y punto.

-¿Y las críticas?

-La crítica copia el modelo de crítica de la música culta y utiliza el criterio aplicado a la popular. Es como si analizas el barroco con las mismas herramientas que para leer un cómic. Además, puedes ver una crítica de Wilco que toca para 800 personas, pero no verás una de la orquesta Panorama en un torreiro aunque vayan cuatro mil.