«¡Qué poquitos somos!»

e. v. pita VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Un grupo de viajeros sube al bus turístico de Vitrasa que parte de A Laxe a las 12 y 16.30.
Un grupo de viajeros sube al bus turístico de Vitrasa que parte de A Laxe a las 12 y 16.30. XOÁN CARLOS GIL< / span>

Solo 9 pasajeros suben al bus turístico. La audioguía ignora el dinoseto y el auditorio Mar de Vigo

25 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Vitrasa fleta un bus turístico esta Semana Santa y el 2 y 3 de abril, días en que se celebra la Reconquista. Hay dos frecuencias diarias, a las 12.00 y 16.30 horas. El chequeo arranca al mediodía. Son las 11.55 horas y el autocar aún no ha llegado a la calle Cánovas del Castillo. La web dice que la parada está situada ante el centro comercial de A Laxe pero allí no hay carteles indicadores ni ningún bus. Una pareja canaria que espera de pie junto a los taxis se impacienta pero da un salto de alegría al ver asomarse al autocar de dos pisos. Otros clientes se levantan rápido de los bancos de piedra y corren hacia la cola. En total suben 9 viajeros, entre ellos una pareja de estudiantes catalanes y un matrimonio portugués con dos hijas. «¡Qué poquitos somos!», se lamenta una viajera.

Una vez a bordo, hay que pagar al conductor de Vitrasa un billete válido por un día y que cuesta 7,5 euros, lo mismo que una entrada de cine. Pero mucho más barato que las rutas en taxi, que pueden costar entre 20 y 80 euros pagados entre 4 clientes. Cada pasajero recibe unos cascos para escuchar la audioguía que emite en cuatro idiomas: español, inglés y francés, entre otros.

El trayecto del bus turístico dura hora y media y hace 2 paradas, una de 10 minutos en la fortaleza del Castro y otra de cinco en el pazo de Quiñones de León.

Todos los pasajeros se acomodan en la planta superior y los primeros ocupan los sillones delanteros con las mejores vistas. Cada asiento dispone de orificios para enchufar los cascos. Pulsando el canal número 1, la audioguía se oye en español. Los carteles prohíben levantarse en marcha. Los viajeros portugueses, que suponen la mitad del pasaje, se quedan perplejos porque no encuentran su idioma en los canales de la audioguía. Pulsan uno.

Hace fresco pero el día de sol anima al chófer a retirar la capota, lo que es aplaudido. La idea es recorrer los puntos de interés de la ciudad y llegar a la playa de Samil. Arranca la ruta por Marqués de Valterra y la audioguía vende Vigo como una ciudad con 300.000 habitantes cuando el censo estima 297.000. Un poco de música popular le daría alegría al texto. En Rosalía de Castro, informa sobre la estatua de la escritora pero se olvida de las salinas romanas del subsuelo. Por García Barbón, la grabación resalta la esquina de los 4 bancos y el teatro de Abanca, que despierta asombro. Todos señalan al Sireno de Porta do Sol pero la audición ignora a la nueva estrella turística de Vigo: el dinoseto. En el paseo de Alfonso XII, los pasajeros se levantan para fotografiar con sus móviles la ría aprovechando que el bus se para en el semáforo pero los árboles y la marquesina tapan las vistas.