La gran epidemia de tifus de 1914: 994 fallecidos

VIGO CIUDAD

La contaminación de las fuentes dejó en la ciudad 994 muertos en una auténtica catástrofe

07 mar 2016 . Actualizado a las 12:13 h.

De 1914 a 1918, la I guerra mundial dejó 8,5 millones de combatientes muertos. En su día fue el conflicto más mortífero de la historia de la humanidad. Un siglo más tarde ya ha sido desplazado a un discreto quinto puesto. Pero, junto a los soldados caídos en el frente, fue también una guerra de epidemias. Que comenzó con la de tifus y terminó con la llamada gripe española.

La gran pandemia de gripe de 1918 dejó entre 20 y 40 millones de muertos. Y, a diferencia del conflicto bélico, esto no ha sido superado. Diezmó a la población de todas las edades, en todos los países y de cualquier estrato social. Incluso arrasó a perros y gatos, que también la padecieron.

Menos famosa fue la epidemia de tifus de 1914, que afectó a media Europa y, en la neutral España, fue especialmente virulenta. En el siglo anterior, el pánico sanitario había sido el cólera morbo asiático, con sus sucesivos brotes epidémicos, tras la entrada del bacilo del vibrio cholerae a través de puertos como el de Vigo. El tifus, por su parte, no era importado: su estallido surgió del corazón mismo de las ciudades por la contaminación de sus fuentes de agua potable.

Hay que señalar que este tifus es el a veces más conocido como fiebre tifoidea transmitido por una bacteria salmonella que contamina aguas y alimentos. En contraste con el tifus clásico provocado por una bacteria rickettsia, cuyo vector es el piojo. Este último se transmite por la picadura de estos parásitos, que pueden llevar la bacteria en las microscópicas heces que dejan en nuestra piel mientras se pasean entre picadura y picadura. Ahorremos los datos más escabrosos, pero rindamos homenaje a la forma en que el médico polaco Rudolf Weigl desarrolló la vacuna para este último tifus, introduciendo uno a uno, con una aguja capilar, por el ano de los piojos, bacterias rickettsia para que las cultivasen en su tracto digestivo. Aún hoy se considera una gran injusticia que no recibiese el premio Nobel por tanto esfuerzo.

Pero volvamos al otro tifus. En Barcelona, la epidemia de 1914 dejó 25.000 enfermos y algo más de 2.000 fallecidos. Y aún hoy se recuerda como una de las más terribles para la ciudad condal. Pero estas cifras no resisten la comparación con lo que sucedió en Vigo, donde ese año murieron de tifus 994 vecinos. Es cierto que el dato es la mitad. Pero Barcelona tenía ese año más de 600.000 habitantes. Y Vigo, 45.000.

Fue gracias al Laboratorio Municipal, el primero de Galicia y uno de los pioneros en España, que la epidemia de tifus de 1914 en Vigo no fue todavía peor. Desde la creación del laboratorio, una importante misión eran controlar la salubridad de las fuentes públicas, de las que en 1908 se contaban 12 dentro del casco urbano. Aunque en 1903 se había creado una Sociedad Anónima de Abastecimiento de Aguas, la realidad es que el servicio era poco eficaz, llegaba a las casas más pudientes y no mejoraría hasta que fue municipalizado, en noviembre de 1925.

Buena parte de los vigueses seguían abasteciéndose en las fuentes públicas, muchas contaminadas. Y, para colmo, el propio servicio de aguas se nutría de ellas, llevando la contaminación hasta los hogares.

Ya en 1910, el director del Laboratorio Municipal advertía de las malas condiciones del agua «por la presencia de colibacilos». Pero fue en el verano de 1914 cuando se desató la epidemia.

El laboratorio señaló como una de las causas el abono de los campos con excrementos procedentes de enfermos. Y aconsejó hervir la leche y el agua para el consumo. También, evitar las bebidas heladas y consumir fruta muy madura.

Todos los días se hacían análisis microbianos de las aguas. Y se acometió un esfuerzo de desinfección enorme. Basta decir que en los diez días que van del 13 al 22 de julio de 1914, el Laboratorio Municipal desinfectó 194 viviendas de Vigo.

Superado el brote vigués con sus 994 muertos, al año siguiente el Ayuntamiento ordenó análisis exhaustivos de las fuentes públicas, Que continuaron en los veranos sucesivos hasta que el servicio fue municipalizado en 1925, ya con sus garantías sanitarias. Pero el horror del tifus de 1914 todavía seguía vivo cuando, solo cuatro años más tarde, haría su aparición en la ciudad su majestad letal la gran gripe española.