«Cada uno tiene que buscar su futuro, por eso estudié en Vigo»

María Jesús Fuente Decimavilla
maría jesús fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

M.MORALEJO

Senegalés afincado en la ciudad, logró un empleo en el sector del automóvil y ahora su sueño es ser empresario

05 mar 2016 . Actualizado a las 04:00 h.

El caso de este senegalés de 26 años afincado en Vigo demuestra que es posible acceder al mercado laboral por la vía de la formación previa y que también existe el sueño vigués.

Llegó con su padre cuando apenas contaba doce años y se propuso iniciar el camino para, con el tiempo, alcanzar su sueño: convertirse en empresario. Massar Ndiaye, empezó por estudiar la Enseñanza General Básica en el instituto República Oriental de Uruguay (Rosales 1) y continuó cursando Formación Profesional en la rama de electricidad en el colegio hogar. «El primer año me costó, pero después ya cogí el ritmo con la ayuda de profesores de apoyo. «En la vida no hay nada imposible», comenta convencido.

Al terminar esos estudios siguió su formación a base de cursos al mismo tiempo que enviaba currículos a empresas de Vigo y O Porriño. Nunca se quedó quieto. «Cada uno tiene que buscar su futuro; por eso estudié al llegar a Vigo y nunca paré».

Fue el día que unos amigos le hablaron del plan de inserción laboral de Cruz Roja, cuando decidió acudir a la organización para informarse. A partir de ese momento inició todo un proceso con itinerarios, orientación, organización de tareas... No era llegar y hacer un curso para encontrar trabajo. Era un recorrido y unas exigencias que no todo el mundo lograba superar.

Tras esa primera fase orientativa, en mayo del pasado año empezó con otros dieciséis jóvenes un curso de logística y distribución y después de mes y medio de formación pasó a hacer prácticas en Maviva, empresa auxiliar del sector del automóvil. «Empecé a hacer prácticas en junio y acabé en julio. Después de hacer entrevistas, me seleccionaron y me ofrecieron la posibilidad de seguir hasta diciembre. Ahora estoy con una prórroga hasta julio», comenta satisfecho.

Si no le llegan a coger, estaba dispuesto a hacer un curso de logística, aunque tuviera que pagarlo, porque le habían dicho que en ese ámbito podría encontrar empleo. No es necesario preguntarle si está satisfecho con su trabajo. Su cara lo dice todo, desborda optimismo. «Estoy muy contento, encantado, la verdad, tanto con la empresa como con los compañeros. Me gustaría seguir ascendiendo, continuar en el sector del automóvil y tener a mi mujer y a mi hija en Vigo. A ver si cuando tenga algunos ahorros...», explica en un perfecto español. De momento se conforma con ir a ver a su familia de Senegal más o menos cada año y medio.

Sobre la labor que desempeña añade: «Estoy situado en el almacén y hay varios puestos de trabajo. Te puede tocar llevar piezas a PSA con vagones de transportes o también secuenciar piezas, que consiste en ir seleccionando el material y en ponerlo en los correspondientes vagones».

Del salario prefiere no dar detalles y se muestra cauto. Al oír la palabra mileurista sonríe y apunta que no siempre se gana lo mismo porque en su caso a veces hace horas extraordinarias los fines de semana.

Las ocho horas diarias de trabajo le permiten pasar tiempo con su padre y sus tres hermanos, con los que vive en un piso de alquiler en Beiramar. También departe con sus amigos y acude a la mezquita de la zona de Sanjurjo Badía a rezar. En otro tiempo jugaba al fútbol y al baloncesto. Ahora se conforma con verlo por la televisión. Es del Celta, y después, del Real Madrid.

La mitad de las personas que se forman logran un trabajo

La mitad de las personas que se formaron el pasado año a través del programa de inserción de Cruz Roja consiguieron un empleo, como lo hizo Massar Ndiaye. En concreto, de las 378 con las que la organización trabajó a lo largo del 2015, 189 lo lograron. 

«Ofrecemos orientación, intermediación y formación y tenemos a una persona que contacta con las empresas para ver las posibilidades reales», explican las trabajadoras de la oenegé. 

El 80 % de los fondos proceden del Fondo Social Europeo, lo que permite a los interesados acceder a los cursos de forma gratuita. El cambio previsto en esos fondos para este año permitirá abrir otras líneas de trabajo y ampliar el número de perfiles. 

Desde que Cruz Roja inició los programas de empleo en el 2003 han cambiado de forma sustancial los destinatarios. En sus inicios iba dirigido especialmente a la población inmigrante y en extrema vulnerabilidad, sin hogar. Con la llegada de la crisis económica los perfiles fueron cambiando y abarcaron a toda la población que en general se encontraba en situación precaria. 

«Les exigimos un compromiso serio porque nosotros damos la cara por ellos; por eso hablamos de itinerarios», explica una portavoz de Cruz Roja.