Cargando el equipaje en busca de bus

e. v. pita VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Más de una decena de taxis esperan por más viajeros ante la puerta de la terminal.
Más de una decena de taxis esperan por más viajeros ante la puerta de la terminal. xoán carlos gil< / span>

Los usuarios de la estación de tren de Urzaiz deben andar 300 metros cuesta arriba hasta encontrar la parada más cercana

20 ene 2016 . Actualizado a las 07:33 h.

El tren de velocidad alta que recorre el Eje Atlántico, de A Coruña a Vigo tarda hora y veinte minutos pero los pasajeros que siguen su viaje en el bus de Vitrasa deben sumarle un mínimo de cuatro minutos y 40 segundos extra. Es el tiempo que los viajeros tardan en caminar desde la salida del vestíbulo de la estación de ferrocarril de Urzaiz hasta la parada de autobús urbano más próxima, situada a 470 pasos, en la cuesta de Urzaiz. Desde ahí es posible tomar buses para todos los puntos de la ciudad.

Los viajeros que van cargados con maletas padecen un especial calvario. Tras salir del vestíbulo de la estación y pasar por delante de la atestada parada de taxis, deben caminar 200 pasos a merced de las inclemencias del tiempo, subir a rastras un tramo de veinte escaleras, o alternativamente usar un ascensor o dar un rodeo por un tramo en pendiente, cruzar el parque, sortear una decena de anchos escalones y caminar otros 180 pasos por una empinada cuesta hasta la parada de la calle Urzaiz.

En el chequeo realizado ayer a las 16.20 horas, cuando llegó un tren procedente de Pontevedra, Vilagarcía, Santiago y A Coruña, media docena de pasajeros que llevaban maletones de ruedas salieron de la estación a pie, de los cuales solo uno subió hasta la parada de bus.

Quienes van ligeros y sin maletas pueden atajar por unas escaleras situadas en un extremo de la plaza y que llevan a Vía Norte.

Ese tramo de casi 500 pasos es especialmente penoso cuando los pasajeros caminan bajo la lluvia, algo habitual en Vigo. La situación se agrava la noche de los domingos, cuando centenares de estudiantes se apean a las 22.35 horas para pernoctar en sus pisos alquilados y madrugar para ir a clase al día siguiente. Si quieren esperar alguno de los pocos buses que pasan tienen cuatro opciones: Urzaiz, en ambos sentidos, García Barbón, Gran Vía (Cluny) o República Argentina con Urzaiz. Cada parada dista cientos de pasos de la entrada de la estación de Urzaiz.

Otra opción es tomar un taxi, aparcados en la puerta de la estación, pero hay tanta demanda que los pasajeros deben esperar cola. Y no todos los pasajeros se pueden permitir una bajada de bandera de más de tres euros.

«Nos costó mucho subir con la maleta, ya podían poner un ascensor hasta la parada del bus»

La nueva estación de Urzaiz fue inaugurada el 30 de marzo del 2015 pero pasados diez meses aún las autoridades han sido incapaces de llevar el bus de Vitrasa a la puerta de la terminal. Es un fallo de conexión que recuerda a la batalla librada para comunicar bien por bus los andenes provisionales de Guixar con el resto de la ciudad.

Del centenar de pasajeros que se apearon del tren ayer a las 16.20 horas, más de media docena caminaron hasta la parada de Urzaiz. Una señora, sin maletas, comenta: «No vendría mal que el bus llegase hasta la puerta de la estación del tren porque los días que llueve, te mojas»

Una pareja de jóvenes pasajeros que salieron de la estación de Urzaiz arrastraron a duras penas un maletón rojo y un bolso por la acera. Con la lengua fuera, llegan hasta la parada de bus más cercana. «Nos costó mucho subir, ya podían poner un ascensor hasta aquí, tuvimos que pasar por un tramo de escaleras», cuenta Alberto, un universitario en paro. Comenta que existe un elevador en el tramo final de escaleras de la estación pero ese desnivel es pequeño si se compara con la situación de la calle Urzaiz, a 12 metros de altura por encima del parque y que se podrían salvar construyendo un nuevo ascensor.

Este viajero reclama que «se vuelva al proyecto originario, aquel que ponía en el mismo sitio la estación de tren, la intermodal de autocares y los taxis. Eso era lo que se había hablado desde el principio pero no se cumplió lo prometido».

El pasajero cree que hay un bus que para delante de la puerta de la estación porque ha visto una marquesina. «No sé si es la línea que para aquí», dice. En realidad, esa parada es ficticia y solo sirve para que se resguarden de la lluvia los clientes del taxi.