Vigo parecía este viernes un feudo del PP y, en menor medida, también de Podemos. Las municipales de hace medio año demostraron que está a años luz de serlo, pero el caso es que el viernes lo parecía. Un paseo por la calle del Príncipe a eso de las seis y media de la tarde permitía comprobar que los comercios no solo estaban a reventar (síntoma inequívoco de que el consumo se ha reactivado, como diría ufano Mariano, el colega de Bertín Osborne), sino que los populares vuelven a gozar de predicamento en la ciudad. «¡Alberto, Alberto!», interpelaban a gritos dos señoras a Feijoo, que reforzaba junto a la presidenta madrileña Cristina Cifuentes un acto de campaña de la candidata Ana Pastor. El gran derrotado en las elecciones de mayo, la diana preferida de Caballero, el alma máter del hospital que sacó a la calle a más de cien mil personas para protestar, campaba a sus anchas por el centro e incluso era reclamado para algún que otro selfie. Hacía tiempo...
Un poco después y un poco más abajo, se concentraba un pequeño tumulto. El teatro de García Barbón se quedó pequeño para escuchar el mitin de Íñigo Errejón. El cerebro de repuesto de Pablo Iglesias concitó tanta expectación desde su aterrizaje en el aeropuerto de Peinador que cualquiera diría que En Marea está en condiciones de arrebatarle al PSOE el próximo domingo el segundo puesto como partido más votado en Vigo. No es fácil, pero tampoco nada descabellado. Quién se lo iba a decir a los cuatro amigos de aquel círculo vicioso que, después de tomar tantos cafés en el Catro a Catro, se pusieron nerviosos y dilapidaron el tirón televisivo de sus líderes al renunciar a dar la batalla municipal...
A quien no se vio el viernes ni se le espera es a Pedro Sánchez. Por suerte para el alcalde, que mantiene un perfil bajo en esta campaña, el aspirante socialista optó por intentar arañar votos de izquierda en A Coruña y frenar allí la hemorragia. Abel Caballero siempre podrá argumentar que el 20D pone todavía más en valor su aplastante victoria en los comicios locales. Cosa distinta es lo que se juega Vigo en las urnas y que no parece que figure en los programas de ninguna de las grandes formaciones políticas ni forme parte de sus preocupaciones. Las generales se deciden más que nunca en la caja tonta, y ahí nadie habla de cuestiones concretas que importan a esta ciudad. Todavía no hemos escuchado a los cabezas de lista que quieren representar a esta provincia fijar un plazo para la conexión directa en AVE, proponer que el CSIC rectifique y se incorpore al Campus do Mar, plantear incentivos para el sector naval, rescatar el proyecto de una biblioteca estatal o, por ejemplo, animar la creación de un ministerio específico de Pesca. Tantas cosas...