¡Qué poco pinta Vigo en el Congreso!

Carlos Punzón
Carlos Punzón PUNZADAS

VIGO CIUDAD

10 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Hace 38 años que se abrieron las puertas de las Cortes para iniciar el proceso constituyente. Desde entonces se han elegido a los ocupantes de los 3.850 escaños que se han puesto en juego en las diez legislaturas transcurridas y en la previa constituyente. Solo 19 de todos los que han pasado por el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo desde 1977 han representado a la circunscripción de Vigo. Contando con que alguno de ellos lo ha hecho en varias ocasiones, lo correcto sería decir que en total Vigo ha estado representado por 38 personas en 38 años, el 44 % de los escaños asignados a la provincia desde la recuperación de la democracia. ¿Poco? ¿Mucho? Estoy seguro de que hay ciudades con menos población que han tenido más presencia en el Congreso.

Pero lo preocupante no es que Vigo tenga esa histórica corta representación, sino que después de las elecciones ha menguado incluso más por la marcha de los diputados electos a otros menesteres.

Uno de baja, al menos. En la legislatura que termina, Irene Garrido, la representante local del PP que vuelve a optar a un escaño en el Congreso, dejó a Vigo sin presencia de su partido antes de llegar a los tres años en el cargo para pasar a presidir el ICO. En el anterior mandato fue Javier Guerra, también del PP, el que dejó Madrid a los trece meses para convertirse en conselleiro. Remontándonos una legislatura más atrás, la socialista María Xosé Porteiro fue la que no acabó el ciclo completo, culminándose otro mandato con solo dos representantes de Vigo de los tres elegidos en cada una de esas ocasiones. Solo en las elecciones de 1996 la ciudad tuvo solo dos escaños por designio de las urnas y de los partidos con acta, mientras que en los comicios del 79, 86, 89 y 93 llegó a haber hasta cuatro diputados olívicos, siendo el PSOE el que más escaños en representación de la ciudad hizo coincidir en la cámara con el trío formado en su día por el actual alcalde, Isidoro Gracia y Jesús Bahillo, siendo el último sustituido en las siguientes elecciones por el exedil José Manuel Castedo.

Floja campaña. Pero incluso más allá de cuántos vigueses fueron elegidos y de cuántos acabaron el mandato, no se puede decir que la urbe más poblada de la comunidad pinte mucho en el Congreso. De hecho no está pintado demasiado ni en esta campaña, que semeja más que nunca en unas generales tener poco que ver con Vigo. Ni en general los partidos están proponiendo nada nuevo, ni están siendo convincentes para una ciudadanía que ve como se desinfla poco a poco su músculo industrial y empresarial; que sufre que Vigo sea fuente constante de problemas gracias a la acción de políticos que ponen en marcha un plan general inacabado, que abren un hospital sobre el que reina una nube negra, que no han sido efectivos en colocar a la urbe en el mapa del AVE, o que son incapaces de coordinarse para que la ciudadanía no tenga que costear con sus impuestos subvenciones para que Peinador no se quede solo con vuelos a la capital de España.

Aproveche si los ve estos días por la calle luciendo la mejor de sus sonrisas y pregúntenles qué van a hacer de verdad por ustedes y su ciudad, y sobre todo a dónde se les podrá ir a reclamar si, como parece, Vigo sigue perdiendo fuelle.