El musgo, una especie a adorar pero sin arrancarlo para belenes
VIGO CIUDAD

Son depósitos de agua para el suelo y el resto de vegetación
07 dic 2015 . Actualizado a las 09:53 h.Como decía Schumacher (el economista, no el piloto) lo pequeño es hermoso, y muy importante. De eso, de un microcosmos tan pequeño como hermoso y que tiene mucho que ver con estas fechas queremos hablarles hoy. Seguramente la palabra briófitos no les suene, y no digamos si decimos Cratoneurum filicinum, Leucodon sciuroides, o nada menos que Pseudocrossidium hornschuchianum. Antes de atragantarnos casi mejor lo dejamos en lo más sencillo, el musgo. Para empezar por orden cronológico deberíamos tener en cuenta que nuestros amigos llevan tiempo por aquí. Ya estaban sobre las piedras antes de que los primeros dinosaurios pisaran la tierra y aquí siguen, cientos de millones de años después, que se dice pronto, cuando convertimos a los dinosaurios en dinosetos. Conseguir semejante longevidad tiene que ver con encontrar un encaje perfecto en el ecosistema, y así siguen, siendo un ejemplo de eficiencia. Comen luz, como las plantas haciendo la fotosíntesis, y se reproducen por esporas, como los hongos, y aprovechan los mínimos recursos para sobrevivir. Prácticamente lo único que necesitan es luz y agua, pues resulta sorprendente su capacidad para absorber la humedad, llegando a retener el agua equivalente incluso a veinte veces su propio peso.
Esa humedad la van devolviendo a los suelos gradualmente durante las temporadas de sequía, siendo auténticos depósitos de agua que el resto de plantas utilizarán en caso de emergencia, porque a solidarios no les gana nadie. No menos importante es su función precursora para la creación de suelo vivo. Absorben las sales minerales, las fijan al terreno, y van generando poco a poco la base fundamental para que pueda nacer y multiplicarse el resto de la vegetación. Como comprenderán no tienen prisa, ese es unos de sus problemas en nuestro frenético mundo, y cualquier trocito de musgo arrancado, por ejemplo con un simple pisotón, necesita una media de siete años para volver a la situación original. Existen cerca de un centenar de especies diferentes de musgos en la península ibérica, y la mayoría, por aquello de su gusto por la humedad, las tenemos presentes en Galicia, por lo que lamentablemente somos, sin pretenderlo ni hacer grandes esfuerzos por evitarlo, los mayores exportadores de musgos que en general se utilizan en acuariofilia y sobre todo como complementos de jardinería. Pero el momento crítico de su expolio llega ahora, cuando en contra del más elemental rigor histórico (Palestina ya era hace un par de milenios una zona desértica) montamos en casa bonitos belenes cubiertos de musgo que más bien parece que el niño Jesús naciera en plena selva tropical. Estos belenes amazónicos suponen un duro golpe para los briófitos. Pero por si fuera poco el Concello de Vigo dando ejemplo, concretamente mal ejemplo, se suma también al expolio. Por si la importación masiva de olivos centenarios no fuera suficiente, nuestro gobierno municipal se apunta también al musgo. Vemos estos días bonitos pastiches navideños por las calles, concretamente en la calle del Príncipe, compuestos por una suerte inexplicable de abetos (especies exóticas, claro) bien cubiertas, precisamente, de musgo. Desconocemos si estos musgos ornamentales proceden del expolio directo de sus poblaciones silvestres o son suministrados por viveros, aunque una cosa no excluye necesariamente la otra y algún caso conocemos de viveros expoliadores; los menos, ciertamente. Salir de la duda parecería sencillo aplicando el procedimiento normal, y democrático, de preguntar al Concello. El problema es la experiencia acumulada. Tras ocho años preguntando cosas incómodas sin obtener respuestas y recurriendo al valedor do cidadán y al valedor do pobo que no tuvieron mejor suerte, llegamos a la conclusión de que, en contra de toda lógica, el Concello es el ultimo sitio al que recurrir en busca de información sobre asuntos municipales.