«O noso destino pertence a Deus»

jorge bravo VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Oscar Vazquez

Huyó de la dictadura de Salazar, trabajó como carpintero en la antigua Unión Soviética y ahora vive de okupa en un edificio a medio construir de Valery Karpin

02 dic 2015 . Actualizado a las 12:30 h.

Comparte piso con seis personas en O Berbés y trabaja delante de la iglesia de San Francisco y de la capilla de Santa Marta, de sol a sol. Fernando Ribeiro es un sintecho que presume de educación a la hora de pedir. Acude al albergue municipal, pero solo puede hacerlo durante diez días seguidos. Después, está condenado a volver a su chabola, como él la llama, para guarecerse del frío y la lluvia.

«A xente ten simpatía por min», explica Fernando. Muestra de ello es que los vecinos le saludan al pasar y le llevan ropa para el invierno sin que tenga que pedirla. Les desea feliz navidad sin olvidarse de colocar su plato, con una moneda de un euro convenientemente pegada, delante de ellos.

«Eu nacín en Vilanova de Gaia e cheguei con 17 anos a Vigo». Recuerda el año (1973) porque su llegada a la ciudad coincidió con el asesinato de Carrero Blanco. Aquí trabajó como camarero en un bar de la Gran Vía hasta que en el 76 tuvo que hacer el servicio militar. Dos años más tarde se casó, aunque se divorció en los noventa. De aquella relación conserva hijos y nietos que viven en Oporto.

Este trotamundos sin hogar recibió una oferta para trabajar en la Unión Soviética en 1987, en plena perestroika, para una firma italiana, aunque tres años después estaba de nuevo en Vigo ejerciendo de camarero en un hotel de cuatro estrellas. De aquella época guarda recuerdos del ruso que aprendió y que aún pone en práctica con los inmigrantes del este de la ciudad.

Tras su divorcio no dejó de viajar. En el 96 fue hasta Alemania y trabajó como cocinero de comida española y portuguesa. «Garbanzos e cocido, comida que enche o corpo», explica sonriendo mientras se frota la barriga.

Pero todo fue a menos y hace algo más de diez años, Fernando no recuerda la fecha, acabó en el bajo del edificio a medio construir en el que vive ahora. Una planta que los propios okupas han dividido con toallas, mantas y tablones. Limpian ellos mismos la basura y han echado de allí a los que consumían estupefacientes. «Non quero saber nada de drogas, se non a policía pensa que todos somos iguais». Y es que Fernando cree que en el momento en el que alguien toma «morfina, heroína ou cocaína, xa está morto».

Pero la vida no le sonrió siempre a Ribeiro. Aparte de ser un sintecho, fue engañado dos veces para lograr un empleo. En una ocasión lo llevaron a Madrid y le tuvieron recogiendo cartón sin pagarle. Se escapó de noche andando hasta Vicálvaro, donde le pagaron un billete de vuelta a Vigo. En otra ocasión le prometieron trabajo en Burdeos para recoger uva. Al llegar, le dijeron que era muy mayor y que solo podían pagarle un viaje de vuelta a Madrid.

A pesar de las inclemencias de la vida, solo deja de sonreír al recordar a su familia. No puede evitar soltar unas lágrimas al pensar lo difícil que le resultará llegar hasta Portugal para pasar con ellos la fiesta. «Do que gano pedindo na igrexa, gardo a metade, por se acaso» y parte de eso que reserva lo dedica a pagarse el viaje de ida y vuelta hasta Oporto.

Define su vida como sencilla. «O noso destino pertence a Deus», sentencia. Por eso vive día a día. Se levanta para llegar a la primera misa del día, en la capilla de Santa Marta. Después toma un café y lee la prensa del día. Después se busca la vida para comer, generalmente en el albergue. Por la tarde bebe de su cartón de vino ante la iglesia de San Francisco mientras juega a su pasatiempo favorito, las palabras cruzadas. Creyente, antes de pedir reza sus oraciones y dialoga con los párrocos de San Francisco.

Cuando abre el templo, se queda atento a quien pasa. La experiencia le ha permitido saber a simple vista quien le va a dar algo de dinero y quien no. Mientras no hay nadie, se arranca a cantar. Le encanta Rafael, especialmente su canción Ave María, pero también escucha a Manolo Escobar, Camilo Sesto o Nino Bravo. Una radio portátil le hace compañía en sus noches solitarias en la chabola.

También es futbolero. En el albergue no puede disfrutar del deporte, así que se acerca a los bares en los que conoce a los camareros. De corazón, cuenta, es del Oporto, pero tiene simpatía por el Celta y el Atlético de Madrid. De Cristiano Ronaldo, aunque es portugués, no quiere saber nada.

Biografía. Nace en Oporto en 1956 y llega a Vigo con 17 años. Trabaja de camarero y cocinero en distintos locales.

Música. Le gustan Manolo Escobar, Nino Bravo, Camilo Sesto y Raphael.

Fútbol. Su equipo, el Oporto, aunque tiene simpatía por el Celta y el Atlético de Madrid.