La sala de fiestas A Revolta que llegó a albergar a 3.000 fieles por sesión

Antonio Longueira Vidal
Toni Longueira CARBALLO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

El recinto, inaugurado el 28 de febrero de 1996, costó 90 millones de pesetas

15 nov 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

A Revolta presenta un estado de total abandono. Pero en su día fue una de las salas de fiestas más concurridas de las noches de ocio de Galicia y un referente en la que posteriormente se denominó la movida carballesas. En sus 1.100 metros cuadrados llegó a albergar 3.000 fieles en cada sesión de fin de semana.

Gonzalo Rodríguez Regueira tiene 78 años y fue, junto con otras diez personas, socio fundador de la mítica discoteca y administrador hasta que en el año 2000 decidió vender su parte accionarial «por 40 millones de pesetas», cansado de una vida marcada por el ajetreo y las «muchas horas dedicadas al trabajo». Ahora, ya retirado, hace un balance de lo que fue, sin duda, la época dorada de A Revolta.

«La idea de montar la sala de fiestas partió un día en una comida de un grupo de amigos», relató ayer Rodríguez, quien explicó que poner en marcha el local supuso una «inversión de 90 millones de pesetas [540.000 euros]. Cada socio puso 5 millones. El resto se financió con un préstamo bancario».

El 28 de febrero de 1976 se inauguró A Revolta, que competía por aquel entonces con As Airas, inaugurada «el 31 de diciembre de 1975».

Los primeros años fueron «duros y complicados», recordó el que fue administrador. «A partir de 1984 se puede decir que A Revolta empezó a dar beneficios». Y añadió. «Empezamos con 700-900 personas por sesión, pero alcanzamos las 2.500 y hasta las 3.000. Teníamos 25 trabajadores y hasta 15 de seguridad para evitar altercados. Cuatro orquestas eran contratadas cada fin de semana. Fue la época dorada de A Revolta». Sin embargo, el arranque de los años 90 supuso un punto de inflexión para la empresa. «Bajamos hasta las 400 personas y había que tomar una decisión: o la cerrábamos o la potenciábamos», relató Gonzalo Rodríguez. Los socios optaron por lo segundo e invirtieron 110 millones de pesetas [660.000 euros] en una obra de reforma. La sociedad sustituyó las orquestas por la música de discoteca, «que generaba menos gastos y era más actual». El cambio de siglo supuso el principio del fin de A Revolta, que pasó por las manos de dos sociedades, una de Santiago y otra de Vigo, que no lograron reflotar el negocio.