Sin arrastrar la lengua

VIGO CIUDAD

28 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

La puesta en marcha del ascensor que comunica Camelias con Menéndez Pelayo tiene encantado al vecindario de más edad del entorno. Es una pena que algunos pájaros de mal agüero vayan proclamando a los cuatro vientos lo poco que va a durar la instalación. Recuerdan a aquellos maestros machacones que sin ningún tipo de miramiento ni aspiración pedagógica colgaban a sus alumnos el sambenito de traviesos. Lógicamente, al final acababan dándoles la razón. No les quedaba otra.

Pocas ciudades como Vigo merecen ascensores o escaleras mecánicas para facilitar la comunicación. Otras con muchos menos desniveles, como Tarragona, Ponferrada, Lérida o Vitoria ya dieron muestras antes de su preocupación por la población de más edad. Los 53.000 vecinos de Vigo que han traspasado la barrera de los 65 años tienen derecho a pasear sin tener que arrastrar la lengua. Los doctores recomiendan caminar, pero no escalar desde O Berbés al Castro.

Igual que el psiquiatra José Teijeiro decía que un enfermo terminal tenía derecho a que la Seguridad Social le financiara la dentadura postiza para comer un filete hasta el final de sus días, los 2.500 vigueses mayores de noventa años tienen derecho a pasear desde Policarpo Sanz a Príncipe, por poner un ejemplo. Además, el ascensor de Camelias tiene una ventaja sobre las escaleras mecánicas de la Porta do Sol. Puede ser utilizado por las personas con algún tipo de discapacidad.

Ahora son los vecinos de Torrecedeira los que claman para que el Concello instale otro elevador entre ese vial y Pi y Margall aprovechando un extremo del parque Camilo José Cela. Tampoco faltan los que piden una especie de concurso de ideas en el que todos los ciudadanos puedan participar. Se trataría de proponer aquellas cuestas más insalvables para el común de los mortales y de elegir las más viables.

mariajesus.fuente@lavoz.es