Molde Sockerkaka

Carlos Punzón
Carlos Punzón PUNZADAS

VIGO CIUDAD

17 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El año que viene usted tendrá más cerca un Ikea. Los moldes de cocina de silicona Sockerkaka, el reloj de pared Önskedröm, o la maceta Ingefära le resultarán más asequibles que ahora cuando va a A Coruña o a Oporto -he ahí el dilema- a comprarlos. Pero si usted es un fan vigués o metropolitano de la fórmula sueca del amueblamiento no eche las campanas al vuelo, no tendrá de momento ese Ikea ni siquiera en la provincia de Pontevedra. Será en Braga donde abrirá sus puertas la nueva loja del hágalo usted mismo, que se ubicará a su vez dentro de la Nueva Arcadia, nada menos, el nombre del centro comercial que atraerá al consumidor cual moscas a un reino que los renacentistas imaginaron que acabaría dando denominación al espacio artístico de la sencillez, la felicidad y la paz. Ni imaginar pudieron ellos que ese paraíso sería de pago y que además después de pasar por el, se dejaría los miolos dándole vueltas al plano de la estantería Raskôg o del armario Arkeslestorp para montarlos.

Ikea, o como adopte a llamarse el templo comercial de masas que prefiera, ha pasado a convertirse en un termómetro de la capacidad de compra y sobre todo de atracción de una ciudad. Cuando El Corte Inglés eligió ciudades en los años setenta para expandirse, los puntos escogidos subieron a la primera división económica hispana. Particularmente no tengo claro dónde se ubica el fiel de la balanza que la apertura de un centro comercial mueve entre los beneficios para los habitantes de su entorno y los perjuicios para su comercio local. Pero lo que sí constato es que desde 1998 que se nombró la marca sueca por primera vez como aspirante a amueblarnos, no ha habido nada que acabe de atraerla a Vigo. Ahora suena de nuevo como promesa, como casi en todas las campañas hechas con molde Scokerkaka.