12 años después de comprar el asilo, Karpin aún negocia con los bancos

María Jesús Fuente Decimavilla
María jesús fuente VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

Los promotores no tiran la toalla, pese a las numerosas trabas que se han encontrado para levantar la urbanización del Barrio del Cura

14 oct 2015 . Actualizado a las 04:00 h.

Cuando se cumplen doce años de la compra del asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Pi y Margall por la promotora de Valery Karpin y diez del pacto suscrito con el Concello para el desarrollo del Barrio del Cura, todavía continúan las negociaciones entre la promotora del exjugador céltico y los bancos. «No queremos hablar del tema, pero no tiramos la toalla y en la actualidad estamos negociando con los bancos en Madrid y esperando el resultado de esas negociaciones», explica un portavoz. Niega que hayan abandonado el proyecto de urbanización del barrio del cura por falta de financiación e insiste en que siguen a la espera de alcanzar un acuerdo.

Estas negociaciones son las que han llevado a los bancos BBVA y Santander a archivar de forma provisional la subasta del asilo y de los terrenos del barrio del cura. Recientemente el juzgado de primera instancia número 7 de Vigo descartó reactivar la subasta de una pequeña parcela de la zona, tras no obtener respuesta de la promotora para llevarla adelante al permanecer a la espera del resultado de esas negociaciones.

No es de extrañar que los promotores se nieguen a hablar de la que se presentaba como una de las operaciones urbanísticas más ambiciosas de Vigo. En julio del 2005 confesaban su intención de derribar el barrio del cura ese mismo año para levantar cerca de 400 viviendas, reservar más de 12.000 metros cuadrados a actividad comercial y 1.500 para dotaciones. Sin embargo, no solo no se derribó el barrio, sino que los obstáculos se sucedieron uno tras otro. El Concello tardó más de la cuenta en dar el visto bueno al plan especial de reforma interior (PERI) de esa zona y la Dirección Xeral de Patrimonio de la Xunta de Galicia le negó la licencia para la demolición del asilo, adquirido por 8,5 millones de euros, por no estar aprobado el plan especial. Mientras la promotora esperaba que ambas administraciones hicieran su trabajo para iniciar la actuación, llegó la crisis económica y, como al resto del sector de la construcción, a Karpin le pilló de lleno.

La dilatación de los plazos tampoco pasó desapercibida para los bancos al provocar el vencimiento de los créditos en el 2011, lo que obligó a su renovación y a tener que empezar prácticamente de cero. Por un lado, los promotores negociaban con nuevos inversores, por otro, las entidades bancarias amenazaban con las subastas. Ahora, una vez paradas estas y con la crisis dando los últimos coletazos, confían en que todo se pueda resolver y en levantar cabeza, algo que reconocen que no será fácil.

Sor Carmen Lago: «Lo que sucede nos duele a todos, a los de casa y a los de fuera»

Sor Carmen Lago es la única monja que queda del viejo asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados de Pi y Margall. En el 2001 se trasladó con el resto de las compañeras y 123 ancianos a la nueva residencia de Alcabre. Sor Dolores y sor Vicenta ya fallecieron y la hermana superiora sor Ana Grande fue trasladada a otro centro. El resto de las hermanitas que están en Alcabre no tuvieron ocasión de vivir en el antiguo edificio.

«Lo que está sucediendo con el asilo de Pi y Margall, la iglesia y el barrio del cura nos duele a todos, a los de casa y a los de fuera», comenta sor Carmen Lago.

Reconoce que le da mucha pena ver todo tirado cuando pasa al lado del edificio y oír que entre sus paredes en ruina viven y mueren drogadictos. «Es una cosa no vista, aquí en Vigo se hacen las cosas muy mal, muy mal; no hay más que ver el hospital, que fuimos hoy por allí y todo son quejas», añade la hermana de los desamparados.

Tampoco se olvida de los promotores, a los que compadece porque «esos pobres están perdiendo dinero y rentabilidad. Me da mucha pena que no se haga por edificar porque es un sitio muy bonito», apunta.

Desde su traslado a Alcabre hace catorce años, el viejo asilo se ha ido cayendo a pedazos, incluido el interior de la iglesia, cuya fachada estaba previsto trasladar a Navia piedra a piedra para mantener la voluntad de la institución eclesiástica.