De molinos hasta el embalse de Zamáns

Jorge Lamas Dono
jorge lamas VIGO / LA VOZ

VIGO CIUDAD

El sendero presenta alguna «pontella», como la de la foto, y algún puente de madera.
El sendero presenta alguna «pontella», como la de la foto, y algún puente de madera. j. l. < / span>

Un dulce paseo de cuatro kilómetros permite descubrir de dónde se surtía de agua Vigo

19 ago 2015 . Actualizado a las 04:00 h.

Antes de la apertura de la presa de Eiras, la ciudad de Vigo se abastecía casi exclusivamente del agua embalsada en Zamáns, aquella infraestructura inaugurada en 1960 y que oficialmente recibe el nombre de Embalse del alcalde Pérez Lorente. Hoy en día, varias zonas de la ciudad siguen abasteciéndose de este hermoso paraje, que se puede visitar en parte.

La ruta circular comienza tras abandonar la carretera Vincios-San Campio, con destino a Zamáns. Poco antes de llegar al pueblo hay que desviarse a la derecha. Tras una curva pronuncia, cien metros más adelante, se abre el sendero del río Vilaza. Un molino recibe a los visitantes, que seguirán una senda descendiente. El bosque es atlántico. Muy tupido encima del río y más abierto a los pocos metros, incluso con pequeñas praderías. Ahora en verano, el río lleva poca agua, pero en invierno es un placer ver las espumosidades que forma el agua en sus continuos y breves saltos. Es habitual encontrarse en este recorrido con ciclistas de montaña.

En los primeros metros del sendero se suceden cinco molinos de agua que fueron reconstruidos. Muestran el uso que tradicionalmente se hizo de los ríos en Galicia. Estas infraestructuras básicas para la vida de antaño se heredaban de la misma forma que las tierras, sometiéndolas a reparticiones.

El Vilaza desagua en el embalse, abriéndose entonces nuevas posibilidades para los excursionistas. No es difícil poder ver especias avícolas pescando en el embalse, como puede ser el caso de las garzas. Con la llegada al embalse, el camino bordea hacia la presa, manteniendo a la izquierda un bosque, mientras que en la parte del agua todavía sobresalen algunos árboles que sucumbieron a la formación de esta gran balsa de agua destinada al consumo humano.

Al llegar a la presa, el camino se desvía hacia la izquierda para introducirse en un bosque que ya poco se parece al tramo por donde transcurría el río Vilaza. Los pinos y los eucaliptos se han adueñado de esta zona.

Finalmente, el sendero desemboca en la carretera de Vilaverde que se dirige hacia el punto donde se inició el recorrido, junto al primero de los molinos del río Vilaza.