Proyectos sociales, deportivos o culturales reúnen gracias al «crowdfunding» más de 70.000 euros en Vigo, ante la dificultad de acceder a los inversores tradicionales
26 jul 2015 . Actualizado a las 05:00 h.La necesidad aviva el ingenio. Cuando se volvió difícil acceder a las fuentes de financiación tradicionales, como bancos o espónsores, nació el crowdfunding. Aunque la palabra es reciente -se comienza a usar en EE.UU. en el año 2006- esconde un concepto tradicional: es más fácil que cien personas den un euro a que una persona deje cien euros. Un ejemplo son las rifas de Navidad que emplean las asociaciones para recaudar fondos para actividades o excursiones. Hay, en cambio, una gran diferencia. El proyecto de crowdfunding solo recibirá el dinero si se alcanza el objetivo fijado por el autor, algo que no todos los creadores consiguen.
El crowdfunding se ha vuelto popular en Vigo en los últimos años entre aquellos que necesitan dinero para llevar a cabo un proyecto de diversa índole, ya sea cultural, social, deportivo o empresarial. El más habitual lo inician grupos de música para recaudar fondos para grabar un disco, pero también escritores noveles que quieren publicar sus creaciones, equipos deportivos para poder viajar al extranjero o, por qué no, arqueólogos que quieren financiar una excavación, como el proyecto Costa dos Castros, organizado por las comunidades de montes de la comarca de Oia, con el que se pretenden descubrir los yacimientos y estaciones rupestres en la costa de Baiona a la desembocadura del río Miño. Han comenzado muchos proyectos, pero no todos tienen éxito. No obstante, La Voz ha contabilizado al menos 78.187 euros en proyectos con éxito.
Xosé Baamonde, profesor de Publicidad en la facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Vigo, explica que en el crowdfunding «interveñen catro figuras: o creador, que é quen ten a idea e pon en marca o proxecto; o mecenas, que é quen financia a idea do creador; as achegas, a cantidade que cada persoa dá; e a recompensa, o que recibe o mecenas a cambio da súa achega».
Hay dos alternativas, explica Xosé Baamonde. En primer lugar «a través dunha web propia», en la que se anime a internautas a invertir. La segunda «empregar as páxinas web xa especializadas nos diferentes tipos de micromecenazgo». Para cultura se puede emplear Verkami o Lánzanos, para iniciativas de carácter social Goteo.org o Microdonaciones, para proyectos arqueológicos Digventures.com, para empresas Arboribus.com o Fandyu.com. La lista de webs especializadas es muy amplia, ajustándose cada una de ellas a las necesidades del autor. Todas las plataformas cobran un canon, que varía entre un 4 % o un 9 % del total conseguido. Acudir a estos portales ya consolidados beneficia a los autores, pues cuentan con un grupo de inversores que acostumbran a ser mecenas en pequeñas cantidades.
Dentro de la microfinanciación existen cuatro tipos, aclara el profesor Baamonde, «o de recompensa, na que o mecenas recibe un producto exclusivo a cambio; o de donación, empregado polas ONG, no que a recompensa é a acción benéfica; o de participación, na que o mecenas convértese en accionista da idea e ingresará cartos polos beneficios do produto; e o de préstamo, no que o mecenas recuperará a inversión cando o producto esté a venda».
Reunir grandes cantidades de dinero es una tarea difícil aun con las ventajas que ofrecen estas plataformas, su gran facilidad de uso y su comunidad de mecenas. Baamonde recomienda a quienes quieran triunfar con su proyecto de crowdfunding que «fidelicen unha comunidade de usuarios antes de pedir cartos», a través de las redes sociales.
También es importante elaborar «un proxecto concreto», que se dirija «a un usuario moi específico», lo que facilita que se interese en él y quiera invertir. Finalmente, «non pedir demasiados cartos, mellor poucos e de forma escalonada» a través de varios proyectos, ya que si no se alcanza el mínimo no se recibe nada. No obstante, advierte de que «demasiados proxectos poden esgotar a comunidade». Una vez logrado el dinero, el creador deberá recompensar a su mecenas por su dinero.
3.600 euros para evitar un desahucio
El crowdfunding no solo sirve para financiar proyectos culturales o deportivos. Los tiempos de crisis económica han obligado a las ONG a recurrir a nuevas fuentes de financiación, «cada vez recibimos menos subvenciones de las administraciones», explica Natalia Monje, responsable de la ONG Ecos do Sur. A finales del 2014, varias familias se pusieron en contacto con ellos porque habían recibido denuncias por el impago de sus cuotas hipotecarias. Una de ellas era de Vigo, que ha preferido mantenerse en el anonimato. Desde Ecos de Sur hicieron números, pero los ingresos que reciben por las cuotas de socios «solo nos llegaba para contratar los servicios jurídicos necesarios una vez que solventáramos el problema principal», pero no como para desembolsar varias cuotas al banco.
Su asociación nunca había recurrido a un crowdfunding como método de financiación, pero finalmente se lanzaron. «Hicimos un trabajo previo muy duro», explica Monje, «primero volvimos a sensibilizar a la gente en el tema de los desahucios, después elaboramos un proyecto en el que desarrollábamos todo el tema para explicarlo lo mejor posible». El siguiente punto fue encontrar una plataforma, «nos decidimos por microdonaciones porque era lo más apropiado»
Con una comunidad de usuarios sensibilizados ya formada, se decidieron a lanzar la campaña. «Durante la primera semana recibimos muchas aportaciones», cuenta, «pero de repente se produjo un parón, 15 días que fueron un páramo, pensábamos que no lo conseguiríamos».
El proyecto llegaba al fin cuando sucedió algo imprevisto, «un tuitero con muchos seguidores y un youtuber se hicieron eco de la campaña», a la vez que, «un periodista de La Voz nos publicó en la edición impresa que necesitábamos apoyos para sacar el proyecto». Gracias a esta ayuda final, alcanzamos el objetivo e incluso superamos la cantidad inicial que habíamos pedido». Finalmente, el proyecto nadie sin vivienda alcanzó la cifra de 3.660 euros aportados por 84 donantes. «Actualmente la familia de Vigo ha mejorado su situación económica», explica Monje, «una familia monoparental con tres niños». Un total de 20 personas que ahora no solo tienen casa sino que han conseguido reintegrarse en la sociedad. La asociación no terminó su trabajo ahí. «Les ayudamos a conseguir un trabajo», y una vida digna.
4.000 euros para hacer parkour en Alemania
Sergio Cora practica parkour, el deporte consistente en emplear el mobiliario de la ciudad como un gimnasio para desplazarse. Junto a cuatro amigos de Vigo y dos de A Coruña fundó el Galizian Urban Project en el año 2008. Desde entonces se graban por las ciudades de la comunidad mientras practican sus acrobacias. Tienen seguidores «por todo el mundo», pues acuden a torneos internacionales para demostrar sus habilidades. Este verano «queríamos realizar un tour por Europa, mostrando paisajes que nos habían impactado mucho», cuenta Cora. La inversión inicial «la pusimos de nuestro bolsillo», pero decidieron iniciar la campaña de crowdfunding «aprovechando nuestra popularidad en las redes sociales», para financiar la gasolina y el material deportivo, porque «en total supone mucho gasto».
Finalmente «obtuvimos más de 4.000 euros para el tour», para recorrer así 5.000 kilómetros entre el norte de España, Francia y Alemania. «El tour está planificado para agosto», explica Cora, «cuando todos estamos libres», pues estos meses están acudiendo a campeonatos internaciones, con Sergio en Múnich y Guillermo Lago en Milán.
Las recompensas que le ofrecieron a sus mecenas son de lo más variadas, «tomas falsas de los vídeos, fotografías dedicadas» e incluso alguna más novedosa como «el acceso a grupos de WhatsApp privados», así como la aparición en los créditos finales del vídeo. No se aventuran a dar fechas para la entrega completa de las compensaciones, «las relacionadas con el proceso de grabación llegarán a finales de octubre», comenta, «otras en cambio ya las estamos poniendo en marcha ahora». Aunque ahora realizarán este experimento en el extranjero, «nos gustaría hacer lo mismo en Galicia», para ello tienen pensado «pedir ayuda a la Xunta de Galicia», con el objetivo de mostrar el patrimonio natural y artístico.
950 euros para el profesor que publicó una novela
Óscar Sánchez es un químico vigués que no tenía «ni en mente publicar mi libro cuando comencé a escribirlo», recuerda, tras viajar a las ciudades en las que se inspira la novela. Profesor en una academia de estudios, envió su proyecto a varias empresas «que me ignoraron por ser novel». En su periplo por el mundo editorial, se encontró con Tandaia, que «me ofreció la posibilidad de editar mi libro si recaudaba 950 euros para la primera edición».
Si lograba triunfar, la editorial se haría cargo de las sucesivas reimpresiones. Tuvo suerte, pues a diferencia de otros proyectos, recaudó el dinero «en solo una semana», cantidad que le permitía «editar y distribuir mi libro».
Sánchez quedó sorprendido al comprobar que entre los mecenas «había amigos y conocidos, pero también gente anónima» que se había animado a apoyarle sin conocerle. Acerca de las recompensas, ofreció a sus mecenas las galeradas, las pruebas de la composición que se sacan para corregir los errores.
También recibir un ejemplar antes de su distribución en tienda o figurar en los agradecimientos del libro. La aportación más baja era de 10 euros y la más cara de 28 euros.
Una vez que el libro esté listo, tendrá que repartirlo «aunque para mi sea una obligación en realidad es un placer», exclama sonriente, «estoy muy orgulloso de poder editar mi libro», por lo que aprovecha para «agradecer una vez más a todos los que me apoyaron».
Fueron 34 mecenas, con una aportación media de 23 euros, los que creyeron en Códex Gigas, un thriller que se desarrolla en Vigo con un asesinato macabro de fondo y la iglesia detrás del mismo, al estilo de las novelas esotéricas de Dan Brown. Óscar tiene clara una cosa, «si es necesario repetir la experiencia, lo haré», pues «hoy en día casi todo el negocio cultural es autoeditado». Sin esta ayuda es posible que no hubiera logrado sacar adelante esta primera edición.
4.000 euros para grabar un disco de «reggae»
Zamaramandi es una banda viguesa de reggae con las ideas muy claras, «teníamos todo pensado, solo nos faltaba el dinero», asegura Cibrán Rey, percusionista y corista del grupo. Influenciados por el soul y el jazz, tienen un sonido que recuerda a los años setenta y que supo convencer a 170 personas, que apoyaron su idea, la mayoría con una aportación de 12 y 18 euros.
«Habíamos decidido ya el formato para el disco, la portada, el estudio en el que grabarlo», por eso iniciaron una campaña de crowdfunding en la que reunieron 4.038 euros, «aunque la web se quedó con un 6 % y Hacienda te cobra el IVA», algo que la banda ya había previsto a la hora de pedir dinero.
Desde un principio contaban con sacar el proyecto adelante «no teníamos un plan B, explica, «al ser muchos integrantes en el grupo teníamos confianza en que funcionase». No depender de una discográfica les dio libertad musical e interpretativa «no nos tuvimos que cortar en nada», aunque para ellos supuso «un trabajo extra». Gracias a lo recaudado pudieron editar su primer disco en vinilo y CD, por lo que aprovechan «para agradecérselo de nuevo a todas las personas que nos apoyaron». Estuvieron a punto de no conseguirlo, «llegamos a los últimos días en el límite, pero al final logramos los apoyos», algo que es «nautral», según Xosé Baamonde.
Desde Zamaramandi ya han entregado todas las recompensas, «fue bastante estresante», recuerda.
Por problemas en la productora, la edición en vinilo se retrasó «pero nuestros mecenas fueron comprensivos». Como los productos fueron llegando a poco a poco «nos pasamos meses enviando paquetes», un trabajo que realizaron «con placer e ilusión». Aunque a veces sintieron un poco de «bajón», el «apoyo de nuestros seguidores nos animó a continuar». No todo el beneficio fue musical, «a largo plazo, nos sirvió de promoción», termina.