Solo faltan tres semanas para las elecciones municipales y es del todo oportuno hacerse la pregunta: ¿Existe un proyecto de ciudad en Vigo? La cuestión radica en saber si la clase dirigente y la que pretende serlo tienen una idea clara de hacia dónde vamos y por dónde tirar. O dicho de otra manera, saber qué queremos ser y cómo lograrlo.
Quienes piensen que el desarrollo de un pueblo se consigue con políticos que solo prometen actitudes y subvenciones van aviados. Es un binomio muy pobre. Vigo no avanzará mientras los programas de gobierno consistan en cosas como no callarse, tender puentes y vaguedades por el estilo. Ahora mismo falta planificación y faltan ideas. Hasta la fecha hemos escuchado muchas descalificaciones y algunas promesas de corto alcance. Pero no tenemos sobre la mesa ninguna propuesta definida y audaz sobre la que merezca la pena trabajar y que vaya a marcar el futuro inmediato de la ciudad.
Un repaso a la historia de Vigo permite concluir que está por llegar el Ayuntamiento que vuelva a hacer suya una propuesta como la de Manuel Bárcena en 1880, cuando se acordó la creación de una caja de ahorros municipal; que tienda la mano al Puerto para impulsar la gran ampliación de los muelles de O Berbés y Areal, como se hizo en 1910 con el plan de Eduardo Cabello; o que dé la batalla por la creación de una Zona Franca, tal y como ocurrió a mediados de los años cuarenta porque lo tuvo entre ceja y ceja un señor llamado Tomás Pérez Lorente.
Sería el momento de pensar, fijar el rumbo y aglutinar. ¿Dónde están ideas como un aeropuerto de Peinador, un puente de Rande, un campus universitario, un parque tecnológico...? Hay épocas en las que se construye para avanzar y épocas en las que se vive de rentas sin parar de enredar. Desgraciadamente, nos ha tocado una de las últimas.
diego.perez@lavoz.es