Caballero esperó dos días después de que este periódico desvelara el caso para restarle trascendencia. Aludió a un fallo que permitió que una persona sin la cualificación necesaria formara parte del tribunal, lo que invalida el proceso. Pese a ello, anunció que en diez días estaría resuelto y en fuentes municipales se dio por seguro que habría que repetir las pruebas, lo que puede hacer que los que aprobaron suspendan y lo contrario. Aunque comprometió celeridad, de momento nada se ha hecho.
Rial y Areses estaban citados para empezar a trabajar el pasado lunes junto a 138 parados más. Ahora no saben lo que va a ocurrir. El primero vive con su mujer, con su suegra y con una hija universitaria, y reconoce que los ingresos de las dos primeras «é o que nos salva». En el supuesto de tener que repetir las pruebas acudirá, «pero se me quedaría cara de tonto». Areses, único soporte económico en su casa, eleva la queja al reclamar que «deixen de xogar coa xente: somos persoas». Pero en ambos casos prima el conformismo ante una situación en la que tienen pocas bazas que jugar: «As cousas son así», sentencia este último.