Los estradenses tienen en los últimos tiempos una cierta tendencia a dedicarles un despechado olvido, y con suma celeridad, a sus alcaldes una vez que dejan el bastón de mando. En bastantes círculos, cuando??se??habla de ex-alcaldes, los que son citados -con nostalgia- suelen ser Suso Durán, Benito Vigo o Reimóndez Portela; son todos históricos. Pero de los más recientes o cercanos no se habla, ni siquiera mal.
A principios de los noventa, Elvira Fernández desapareció de la vida política municipal. Curiosamente, en menos de un año hasta desapareció de la memoria de casi todos, aunque dejó una buena ristra de hombres fieles que siguieron en la política. Cualquier joven estradense de 28 ó 33 años quizá podría preguntar, cuando le citen ese nombre, si se trata de alguna plusmarquista olímpica de salto o de lanzamiento de peso. Con Jesús Tallón pasó algo parecido. Fue alcalde un año, y después edil durante bastante tiempo, pero también muchos podría preguntar si se dedicaba al lanzamiento de jabalina. En su corto mandato abrió varios campos de batalla que acabaron siendo muy positivos, como la apertura de nuevas calles en la villa.
Por su parte, Ramón Campos fue alcalde más de quince años, y resulta ahora un hombre totalmente desaparecido del que nada se sabe. Dejó un largo reguero de logros, tantos que ni los populares de ahora quieren reconocer, por si acaso.... Para la oposición solo fueron cuatro cosillas. Ahora le toca a Dono marcharse. Dentro de tres o de ocho años habrá que analizar si le recuerdan como a Suso Durán o como a Elvira.