La vida le da una segunda oportunidad a Andrea

J. Santos CANGAS/LA VOZ.

VIGO CIUDAD

Una adolescente canguesa vuelve a su casa por Navidad tras despertar de un coma de cuatro meses

31 dic 2010 . Actualizado a las 17:39 h.

«Nadie se lo cree. Es un milagro», dice la madre, Noelia Cortizo. Su padre, Joaquín Molanes, escribe el día a día de la joven en un blog, El milagro de Andrea. Desde el pasado día 22, la chica, de 16 años, está ya en su casa de Cangas, con su familia. Anteayer reinició su rehabilitación, que previsiblemente se prolongará año y medio. Si nada se tuerce, se recuperará totalmente.

En septiembre, para sorpresa general, la adolescente despertó del coma en el que había entrado el 20 de mayo, cuando se quedó inconsciente al zambullirse en el agua de la playa de O Canabal, a la que había ido a bañarse con sus amigas.

Andrea, buena nadadora, no recuerda qué le pasó aquel día. Entró en el mar y al poco estaba boca abajo sobre el agua. Pasados unos minutos, las amigas se sobresaltaron. La llamaron y no respondía. Un señor intentó reanimarla, sin éxito. La joven echaba espuma por la boca, pero no respiraba. La ambulancia tardó más de media hora en llegar al arenal.

El despertar del coma fue lento. «No como en las películas», dice su madre. Empezó entreabriendo los ojos, aunque incapaz de seguir el movimiento con la mirada.

Andrea abandonó la uvi el 20 de agosto, justo tres meses después del suceso. Pasó a planta, todavía en coma, «encogida como un feto», recuerda la madre. No está claro si los nuevos estímulos (las visitas, la televisión) y el empeño de su familia tuvieron algo que ver en su despertar.

La joven todavía habla con dificultad y está en silla de ruedas. Su estatura, más de 1,80, acentúa su extrema delgadez. La calcificación de los codos le impide doblar los brazos. La madre tiene que encargarse de darle de comer, de levantarla, asearla, acompañarla a diario a Vigo a rehabilitación. Hizo un curso de cuidadora para dedicarse en cuerpo y alma a su hija. «Ahora me toca la lucha aquí, pero me da igual», afirma. «Quien pase por una situación similar, que no se rinda nunca, que mantenga siempre la esperanza», añade Noelia Cortizo.

«¿Como te sientes, Andrea?». «Mal, porque no puedo caminar», dice, seria, antes de volverse hacia su hermana, Scherezade, e iluminar su rostro con una amplia sonrisa.