Las gaviotas patiamarillas se extienden a los centros urbanos desde sus colonias en Ons y Cíes

Marcos Gago Otero
Marcos Gago MARÍN/LA VOZ.

VIGO CIUDAD

23 may 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El buen estado de salud de la población de gaviotas patiamarillas en la provincia ha hecho que sus colonias habituales en el Parque Nacional Illas Atlánticas les queden pequeñas. En los últimos diez años el ritmo de desplazamiento de estas aves hacia el interior de las rías es cada vez mayor, destacando su impacto en las ciudades de Pontevedra y Vigo, así como en localidades costeras de todos los tamaños como Marín, Bueu, Raxó o Sanxenxo. La tendencia es creciente, según reveló ya el año pasado un estudio sobre esta especie elaborado por la Sociedad Española de Ornitología (SEO-Birdlife).

En ese estudio, se explicaba que la población de gaviotas en la isla de Ons se había multiplicado desde 892 parejas censadas en 1981 a más de seis mil en el 2004. En el interior de la ría de Pontevedra, la situación también reflejaba la imparable conquista de esta especie de hábitats en otro tiempo reservados a gorriones y palomas. En el informe de la SEO-Birdlife, la cifra de parejas reproductoras en las ciudades mostraba un nivel muy elevado. Este estudio estimó en 1.023 los nidos en Vigo, sesenta las parejas en Pontevedra, 25 en Portonovo, diez en Sanxenxo, ocho en Raxó y cinco en Combarro.

En algunos casos, la escalada de parejas nidificantes es muy llamativa. En Pontevedra, por ejemplo, el informe de la SEO-Birdlife incide en que se pasó de cinco parejas en 1997, a cincuenta en el 2001 y a sesenta el año pasado.

Por su parte, esta situación está creando serias dificultades de convivencia para los propietarios de edificios altos. Según los propios afectados, el casco urbano de Marín estaría infestado de nidos de gaviotas, con lo que, si se toman como ejemplo proporcional, las cifras del informe de la SEO serían solo orientativas.

Ruidos y basura

El agente de La Estrella en Marín, Enrique Méndez, estimó en cerca de 500 euros el gasto medio que una comunidad de vecinos de 16 viviendas tiene que destinar al año para reparar los daños causados por los nidos de gaviotas. El problema no está tanto en los nidos y el ruido, que ya es bastante, sino en los desperdicios de la comida de los pollos y los restos de los nidos. «Arrastran todo tipo de huesos, lo que encuentren en los contenedores de basura y palos grandes», indicó Méndez. Este administrador de fincas explicó que todos estos residuos, además de grano traído desde el puerto, es arrastrado desde los nidos por las bajantes hacia los canalones, atascando los desagües.

Las gaviotas son animales voraces y prueban de todo. «Pueden comer los cables de las antenas y los canalones si son de plástico». Las consecuencias son humedades en los pisos altos por la mala evacuación del agua de lluvia, atascos en tuberías, un potencial foco de infección y, mientras dure la crianza, ruidos sin parar de noche.

«Churrascada»

Cristóbal Pazos, que lleva dos años retirando nidos y residuos en los tejados de Marín, describe con todo lujo de detalle los restos que encuentra en las cubiertas. «Súbense bolsas de lixo enteiras para ver se teñen algo de comida, rompen todo e deixan todo o lixo ciscado polo tellado», explicó. Pazos añadió: «Logo, cando abandonan o niño o lixo baixa e atasca todo. Se houbo pichóns, o tellado parece unha churrasquería coa cantidade de osos que deixan da comida».

La época de nidificación empieza en abril o mayo -este año se retrasó, probablemente por las lluvias- y dura hasta el final del verano. Para Cristóbal Pazos y su hermano Manuel, el número de nidos que tienen que retirar en Marín, sobre todo en el entorno de la avenida de Ourense, más próxima al mar, es de unos cincuenta o sesenta. Para los afectados, lo peor es que no hay forma de evitar que estas aves colonicen sus tejados año tras año.