En el nombre del hermano

Manuel Beceiro

VIGO CIUDAD

La hermana de Xosé Humberto Baena, uno de los últimos fusilados de Franco, reivindicó su inocencia al presentar «27 de septiembre de 1975» en Cineuropa

28 nov 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

El reloj que le había regalado María, su compañera presa en la cárcel de Yeserías, se paró justo a las 10.20 horas, cuando los policías franquistas se abalanzaron sobre Xosé Humberto Baena golpeándole contra el suelo. Era como el presagio o la intuición de que aquella historia estaba próxima al fin. El joven militante antifascista vigués escribió después entre rejas esa detención como un cuento en el que hablaba de que su corazón dejaría de latir «un día de septiembre». Parecía que tenía el presentimiento de que el fin de sus días estaba próximo, como así fue, un negro 27 de septiembre de 1975. Una madrugada en la que el franquismo daba sus últimos zarpazos fusilando a cinco jóvenes entre los que se encontraba el estudiante vigués. El régimen moría como había nacido, legitimándose con sangre, matando fríamente y haciendo oídos sordos al mismísimo Papa que pedía clemencia en el nombre del Padre.

Treinta y cuatro años después, el documental Septiembre del 75 , de Adolfo Dufour, que ayer fue presentado ayer en Cineuropa, recoge la lucha de Flor Baena en el nombre de su hermano Xosé Humberto, por obtener «verdad, justicia y reparación moral». El filme viene a cubrir un hueco en el vacío de la memoria histórica relativo a ese tardofranquismo que nos han querido dulcificar con series como Cuéntame .

Baena, ejecutado con 24 años, estaba acusado de matar a un policía. Pero en el consejo de guerra, recordaba ayer Dafour, «no se presentó una sola prueba en su contra. La justicia totalmente ilegítima del franquismo estableció una justicia vengativa, ejecutando a los primeros militantes del FRAP que pillaron. No hubo ni una sola prueba material, ni aparecieron las balas ni hubo pruebas periciales ni huellas dactilares. Los testigos de la defensa fueron rechazados y el fiscal militar rehusó presentarlos».

Estremecía ayer, a pesar de los años pasados, escuchar el relato de aquellos días vividos por Flor y su familia, todavía con la voz trémula y los ojos rojos como sangre de septiembre por el hermano perdido. Flor lucha por esa recuperación porque su hermano le dijo que era inocente a ella y a su familia, convicción que le ha llevado primero a sus padres, mientras vivieron, y luego a ella, a una lucha permanente para que las instancias legales reconozcan su petición.

Flor Baena recordó como su hermano era un buen estudiante cuando comenzó a tener problemas con la policía. «Se vino a estudiar Filosofía y Letras a Santiago, y en una sentada en 1970 en la que pedían mejoras para la Universidade, la policía detuvo a 200 alumnos, entre los que estaba él. Después de varios días detenido lo soltaron tras una fianza de 15.000 pesetas. A los dos años fue el juicio y salió absuelto». Hubo un hecho desgraciado para Xosé Humberto Baena que le vino a marcar definitivamente ante las fuerzas represivas. Con trece amigos hizo una colecta para una corona de flores y puso una esquela en Faro de Vigo por un trabajador muerto por disparos de un policía el 1 de mayo de 1975. Al día siguiente empezaron ya a detener a sus amigos quienes, con él, habían tenido que identificarse con el DNI. Baena, que no quería descender más a los infiernos de las comisarías franquistas, escapó a Madrid con unos compañeros.