Una ola de solidaridad recorre Vigo

Marina Chiavegatto

VIGO CIUDAD

12 jul 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Son jubilados que dedican su tiempo libre a almacenar y gestionar productos. Voluntarios que pasan todo el fin de semana recaudando alimentos. Son largas horas dedicadas a la logística del almacén y semanas intentando construir menús equilibrados a partir de los recursos disponibles.

La comida que se sirve diariamente en los comedores es fruto del empeño de muchos voluntarios e instituciones, cuyo único objetivo es combatir el hambre en Vigo. «La gente llega y come, pero lo que ellos no piensan es en todo el trabajo que hay por detrás para que esa comida esté en sus platos», explica José Antonio Costa Simón, cocinero del centro de los Hermanos Misioneros de los Enfermos Pobres.

En tempos de crisis, con la consecuente subida de la demanda de alimentos, la situación se torna un poco más complicada. «No aumentó el numero de instituciones, y ahora tiene más demandantes», aclara Pedro Pereira, voluntario del Banco de Alimentos de Vigo. «Hay centros que antes pedían comida para 100 personas y ahora atienden a más de 250», añade.

Ganas de ayudar

Sin embargo, la llegada de una repentina «ola de solidaridad» hace que sea posible capear con éxito la creciente demanda. «La crisis tuvo dos fases. Una primera en la que las personas solo miraban a su ombligo, porque también tenían miedo de quedarse sin dinero», explica este voluntario. Pero, según Pedro Pereira, mientras el tiempo fue pasando, la gente se fue dando cuenta de lo poco que tenían también deberían compartirlo con los que lo están pasando realmente mal: «Ahora mismo todo el mundo se está mostrando muy solidario y con ganas de ayudar», dice.

Un ejemplo del impulso solidario se manifestó la pasada semana en la Operación Kilo, una iniciativa que el Banco de Alimentos suele hacer en los distintos supermercados en los que se anima a la gente a donar una parte de su cesta de la compra. «Hacía muchos años que no pasábamos de los 1.000 kilos y en esta última operación nos quedamos muy cerca de los 4.000», comenta Pedro Pereira.

Demasiadas donaciones

La misma impresión tiene la casa de los Hermanos Misioneros. «En Navidad tuvimos verdaderos problemas para poder almacenar la cantidad de donativos que nos llegaron. Fue impresionante, nunca habíamos visto nada así», cuenta Celestino Iglesias, administrador del centro.

En la casa de acogida de los Hermanos Misioneros, la crisis se manifestó en dos vertientes distintas. «Desde el punto de vista del albergue, notamos una disminución de la demanda. Creo que es porque la gente ya sabe que en Vigo no hay trabajo y, por eso, ni viene a buscarlo», explica Celestino. Añade que se nota también una disminución de inmigrantes en busca de un techo. «Antes había muchos subsaharianos y personas del Este», aclara.

En una tendencia opuesta se encuentra la casa de acogida, que está pensada para estancias de mayor duración. «Ahí sí que ha aumentado bastante la demanda, porque con la crisis muchas personas de clase media han bajado de status. Gente que tenía vidas mas o menos estables está ahora desesperada porque se encuentra en la frontera de la exclusión social», comenta el administrador.

Este aumento del numero de personas que ahora acude a instituciones voluntarias para buscar ayuda con la cesta de la compra llevó a que el Banco empezase a buscar nuevas alternativas para lograr mayor acopio de alimentos. Hasta ahora, el Banco de Alimentos susbside a través de las operaciones kilo, las donaciones de excedentes de empresas alimenticias y de la colaboración monetaria de instituiciones. «Queremos animar a nuestros socios a que ingresen 5 euros todos los meses», explica Pedro Pereira. Además, los voluntários de la sede de Vigo tienen también varias citas con indústrias de la ciudad para que «más empresas se invulucren en esta causa».

Aprovecha para recordar que el Banco de Alimentos está «huerfano» de ayudas del Concello. «Nos dedicamos a algo que ellos tienen la responsabilidad de cubrir y lo mínimo que deberían hacer sería ayudarnos». comenta este voluntário.