Dice que había bebido 30 copas y tomado cocaína y que los atacó porque querían abusar de él en un piso de Vigo
17 feb 2009 . Actualizado a las 11:28 h.El cangués Jacobo Piñeiro Rial, de 30 años, acusado de matar a dos hombres de 55 puñaladas en un piso de la calle Oporto en Vigo el 13 de julio del 2006, alegó que actuó en legítima defensa en el juicio con jurado que comenzó ayer en la Quinta Sección de la Audiencia de Pontevedra, con sede en Vigo.
El incriminado de un doble asesinato se enfrenta a 40 años de cárcel y otros 20 más por el incendio que puso en riesgo a los vecinos del edificio. Piñeiro aseguró al jurado que actuó bajo los efectos de una grave intoxicación etílica y de drogas que le nublaron la mente. Alegó que había salido de fiesta por Cangas el día 11 y que el 12 continuó en Vigo sin probar bocado. En apenas 48 horas, ingirió un total de 30 copas (cubatas de whisky y cervezas) y 4,5 gramos de cocaína. «No iba haciendo eses, me veía bien», declaró.
En el último pub de Vigo al que acudió, el Strong, conoció al camarero Isaac Pérez Treviño, Al Daní, de 26 años. «Me cayó bien, una persona enrollada y sin malas intenciones», dijo de quien luego fue su víctima. Un compañero del siguiente turno recuerda que Isaac le presentó a Jacobo, un «chico» con el que se iba a casa. «Era muy raro porque me estrechó la mano y repitió: ''Soy una buena persona''».
Jacobo Piñeiro dijo que ambos se marcharon a las nueve de la noche y que comentó a Isaac Pérez que había perdido el último barco para volver a Cangas. El fiscal le replicó que el último barco sale hora y media después. En todo caso, Isaac lo invitó a que durmiese en su casa, donde su compañero de piso, el brasileño Julius Anderson Luciano, de 32 años, celebraba una fiesta de cumpleaños. En realidad, apenas habló con los otros invitados, sino que permaneció unas tres horas con Isaac en su habitación, donde vieron fotos en un ordenador. «Se me pasó rápido», afirma. La Fiscalía mantiene que ambos mantuvieron relaciones sexuales, algo que negó tajantemente el acusado, que tiene un hijo. Luego, se dio un baño solo. Al pasar por la cocina, saludó a los invitados.
Uno de los presentes describió a Jacobo como alguien «diferente, alterado, iba del baño a la cocina, no paraba». Este mismo asistente desmintió que Isaac y su compañero de piso, Julius, fuesen pareja sentimental. Pero la versión de Jacobo es otra: «Me dijeron que eran novios y que se iban a casar». Creyó que Julius se sentía celoso.
«Le clavé en el costado»
Siempre según su versión, cuando se marcharon los otros invitados, Julius entró desnudo en su habitación y lo invitó a tomar un gramo de coca y a volver con ellos. «Pensé que quería que los tres mantuviésemos relaciones sexuales y dije: '¡Qué atrevimiento!'», relata. Se le pasó por la cabeza marcharse de la casa, pero Julius regresó con un cuchillo de cocina de 30 centímetros de hoja. «Volvió a retarme: 'Vas a ver si vienes o no'», añadió. Dice que sintió miedo y ambos forcejearon. Jacobo mide 1,60 y Julius le sacaba 20 centímetros. «Me lanzó un cuchillazo pero no me clavó. Las heridas las vi después. Fue un impulso, le agarré el cuchillo por la hoja. Cuando lo desarmé, me defendí. Se me echó encima y lo empujé. Le clavé el cuchillo, lo apuñalé en el costado, en el pasillo».
Al oír los gritos, Al Daní corrió en auxilio de su compañero de piso armado con otro cuchillo, hacía gestos y gritaba. «Isaac me lanzó una puñalada, pero puse el brazo y se lo clavó él mismo», alegó.
El acusado interrumpió aquí su declaración porque le molestaron las preguntas incisivas del fiscal, que pretendía desmontar su versión. Tanto la Fiscalía como el abogado de la madre de Isaac intentaron convencer al jurado de que Jacobo miente y que actuó con «gran crueldad» con sus dos víctimas.
«Si actuó en legítima defensa, ¿cómo explica que apuñalase 35 veces a Isaac, reiteradamente en la cara, y 20 a Julius? ¿Por qué los degolló? ¿Por qué le ató las manos a Julius con un cable? ¿Por qué remató a Isaac cuando pedía ayuda por teléfono?», preguntó la acusación.