«Superé la ansiedad imaginando que comía tortilla de patatas con cebolla»

VIGO CIUDAD

La montañera viguesa, que durante la travesía se quedó sin leche y sin comida ?de porteo, confiesa haber perdido mucho peso: «Soy puro hueso»

10 ene 2009 . Actualizado a las 12:51 h.

Al otro lado del teléfono la voz de Chus Lago suena a agotamiento físico y, sin embargo, es fuerte y transmite alegría. Hablamos unas horas antes de que, si todo sale bien, inicie el camino de vuelta -«me han dicho que la avioneta llegará a las 20 horas [las doce de la noche en España], lo que no me han dicho es a qué hora volaremos hasta Patriot Hills», cuenta-. Añade que antes aún tiene pendiente cumplir con el rito de hacerse la tradicional fotografía con la bandera de Vigo.

-¿Pero es que todavía no lo ha hecho?

-No he podido porque se la llevó el viento durante la travesía. Tengo que confeccionar una artesanal. Menos mal que es fácil y que tengo una cartulina roja. Sobrepondré dos triángulos blancos y listo. Lo que sí sé ya es en qué estaca tengo que inmortalizar el momento.

-¿Qué es eso de la estaca?

-Cada año el eje del Polo tiene una desviación de unos diez metros, así es que hay una hilera de estacas que marcan los lugares exactos en los que ha estado antes ese punto concreto. Una bola de acero determina en cada momento la estaca correcta.

-¿Qué es lo primero que hizo al llegar?

-Comer y beber un cacao calentito. Estoy muy delgada. Soy puro hueso. Los últimos días tuve que enrollarme una chaquetilla polar alrededor de la cadera para poder tirar por el trineo.

-¿Acaso se quedó sin provisiones por el camino?

-Solo sin leche y sin comida de porteo, la que tomaba en las paradas, pero tuve suficiente de la que traje embolsada para echar en agua caliente.

-Cincuenta y nueve días en mitad de la nada y en condiciones extremas son muchos para vivirlos en solitario. ¿No le flaquearon las fuerzas, sobre todo las anímicas, en ningún momento?

-Lo cierto es que tuve tres episodios de ansiedad. Llega un momento en el que se te agota la imaginación. ¿En qué vas a pensar mientras recorres kilómetros y kilómetros sobre un horizonte monótono, en el que te resulta prácticamente imposible distinguir el cielo del suelo?

-¿Y en qué pensaba?

-Me inventaba historias. Hurgaba en mi mente para buscar pensamientos positivos.

-¿Cómo superó esos episodios de ansiedad de los que habla?

-Los superé imaginando que comía muchas cosas, sobre todo tortilla de patatas con cebolla.

-¿Ha podido al fin dormir a pierna suelta?

-Todavía no, pero no porque no hayan mejorado sustancialmente las condiciones desde que culminé la expedición, sino porque tengo el sueño completamente alterado. Los problemas, sobre todo atmosféricos, que me fui encontrando por el camino me obligaron a ir cambiando la programación de cada jornada. Empecé levantándome a las seis de la mañana y el último día terminé poniéndome en marcha a las once de la noche. Estamos en el Polo y es verano, así es que hay luz durante las 24 horas del día.

-¿Ha hablado con su marido y su madre?

-Lo he hecho. Han respirado, pero claro que han estado preocupados.