Los vecinos de Coia no se cansaron de reclamar A Bouza como zona verde. Que en el centro de Vigo el cemento acosara a los residentes era ya inevitable, pero consentir que sucesivos gobiernos municipales tratasen de transformar un privilegiado bosquecillo urbano en una nueva plantación de torres inhumanas, no era de recibo. Les llevó más de veinte años conseguir que los políticos -ajenos casi siempre al bienestar de los demás y atentos al suyo propio-, no firmasen la sentencia de muerte para el parque de A Bouza. Al final se ha convertido en un precioo paraje verde, pero hubo que pagar peajes. Los del ladrillo también se salieron con la suya, se arrasó una parte del bosque y se construyeron media docena de mastodónticas y horripilantes torres.
Tanto tiempo batallando hizo que hasta el eslogan de la reivindicación tuviese entidad propia: «A Bouza é nosa». El lema se estampó en una placa que se encuentra sobre un monoloto en el acceso al parque por la calle Nigrán.
Lo que todavía no han logrado los vecinos de Coia es un centro cultural y deportivo adecuado a las necesidades de uno de los barrios más populosos de Vigo. No importa, hay tiempo.