«Quiero quedarme en Galicia con mis sobrinos, pero necesitaría un trabajo»

Javier romero / Mónica torres TUI / LA VOZ

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Oscar Vázquez

El huérfano mayor quiere ser dentista; el pequeño, seguir la carrera militar de su padre, pero en el Ejército español

29 may 2018 . Actualizado a las 13:45 h.

Bilal es tan pequeño que apenas distingue la diferencia entre vivir o morir. Por eso puede dormir cada noche desde que la explosión del miércoles en Tui mató a sus padres, Abdelkhalek el Bouabi Hailas y Ezzoura Bouadel. Su hermano, Ilyasse, de 13 años, sí sabe que sus padres son los únicos fallecidos en el suceso. Apenas habla, mira a los ojos, saluda y estrecha la mano para recibir las condolencias. Junto a ellos, en una habitación del Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo, su único familiar en España y hermano del progenitor, El Houssine, habla por primera vez: «Los niños tienen que estar con su familia, que somos nosotros. Tenemos familiares en Francia y el resto están todos en Marruecos, a muy poca distancia de Casablanca. Pero eso no tiene sentido. Los niños nacieron y se educaron en España, lo normal es que eso no cambie».

El Houssine recuerda que todo lo relacionado con la custodia de sus sobrinos está en manos de la Justicia, y añade que la reunión de ayer con la cónsul de Marruecos sirvió para encauzar el gran objetivo: «Que yo, mi mujer y mis cuatro hijas acojamos a mis sobrinos en nuestra casa de Algeciras». Ilyasse, en la cama gemela de su hermano, secunda esas palabras. «Nosotros queremos estar con nuestro tío, aunque tengamos que mudarnos al sur de España». El Houssine coge el relevo de su sobrino para desvelar que él y su familia ya vivieron en Galicia. «Yo, casi 20 años, pero durante la crisis me quedé sin trabajo y nos buscamos la vida fuera. A nosotros nos encanta Galicia, igual que a mi hermano y a su mujer. Eran felices en Tui. Yo mismo quiero quedarme en Galicia con mis sobrinos, pero necesitaría un trabajo. Aunque no lo hemos decidido del todo en casa, existe la posibilidad de que regresemos», reconoce este electricista, mientras acaricia a su sobrino pequeño, que sigue durmiendo. 

«¿A quién más quería matar?»

El discurso de El Houssine empieza a tensarse a medida que la explosión y la posterior localizaciones de nuevos zulos con más explosivos entran en la conversación: «¿Para qué quería todo eso? ¿A quién más quería matar? ¡Y luego somos nosotros los que ponemos bombas!», dice con rabia y pidiendo perdón por la frase, «por si alguien se siente ofendido». «¿Pero cómo podía tener tantos kilos de explosivos allí, cerca de su propia familia?». Ilyasse escucha atentamente recostado en la misma cama. «El impacto de ver a su madre muerta durará tiempo», aclara el tío mientras ordena la gran cantidad de juguetes que ambos hermanos recibieron desde el miércoles para hacer más llevadera la estancia en el hospital. Ilyasse, antes de despedirse, insiste en que España es su país y desvela su proyecto de vida: «Quiero ser dentista». Luego baja la mirada y vuelve a ausentarse. El Houssine, con orgullo, añade: «Bilal quiere seguir los pasos de su padre, ser piloto de aviación militar, pero en España, que es su país».

Los padres de los niños tendrán que ser enterrados en Marruecos

Las familias de Abdelkhalek el Bouabi Hailas y Ezzoura Bouadel lamentan no poder llorar a sus muertos en Tui. «Los dos huérfanos del matrimonio no tendrán siquiera un lugar próximo para rezar a sus padres. Hay que repatriar los cuerpos a Marruecos porque, aunque eran españoles, ellos no pueden ser enterrados en su tierra porque en Galicia no hay cementerios para los musulmanes». El representante de la comunidad islámica de Galicia, Abdel Aziri, quiso ayer que esta lamentable situación y el dolor añadido que conlleva para la familia sirvan para recordar la deuda pendiente con su comunidad.

El 5 de abril se cumplió un año desde que el Parlamento de Galicia aprobó la proposición no de ley defendida por el PP para la creación por parte de la Xunta, en colaboración con la Federación Gallega de Municipios e Provincias (Fegamp), de cementerios supramunicipales para practicantes de religiones minoritarias, como musulmanes o judíos. Sin embargo, a día de hoy aún no hay un solo camposanto gallego en el que los musulmanes puedan descansar en paz, por lo que se ven obligados a afrontar procesos largos y costosos para que sus familiares puedan ser enterrados conforme a su culto en su país de origen. Abdelkhalek el Bouabi Hailas tenía la doble nacionalidad y su mujer, Ezzoura Bouadel, estaba con los trámites. «En Galicia hay 30.000 musulmanes, 10.000 en Pontevedra, y nos gustaría que estos niños pudieran tener cerca los cuerpos de sus padres, como recoge la ley. Tui o Vigo serían un emplazamiento perfecto», apuntan.